El Tri que pospuso hasta noviembre de 2013 su clasificación a Brasil 2014, bien puede sentir ya seguro su boleto a Rusia 2018 sin haber salido de marzo de 2017. Esa misma selección mexicana que al cabo de todo el Hexagonal pasado sólo sumó once puntos, ya acumula diez con cuatro escasas jornadas disputadas y sin esmerarse o siquiera despeinarse.

 

 

 

Todo lo que en el ciclo anterior fue sufrimiento, agonía, salvación a cargo de Estados Unidos en Panamá (vaya paradoja: pocos goles ha gritado con más fuerza la afición mexicana, que el del ciudadano ilustre y acérrimo rival Graham Zusy), ésta vez será un parsimonioso picnic. La Volpe dixit, al Mundial caminando, aunque de cinco Hexagonales precedentes, se haya calificado hasta en tres invocando santos y al borde del infarto.

 

 
A eso debemos añadir que los números de Juan Carlos Osorio son espectaculares; en veinte cotejos, 16 victorias, 3 empates y una derrota…, sí, ésa última, la peor en la historia del equipo, el inenarrable 0-7 de la Copa América Centenario que muchos pensamos debió implicar su salida del cargo.

 

 
El asunto es que con sus discutidas rotaciones e infaltables experimentos (perdonen la terquedad: sigo pensando que se gana pese a ellas y no por ellas), con sus desafíos a la lógica imperante en el común de los directores técnicos (cuando todos son titulares, todos, más bien, son suplentes), con la imposibilidad de consolidar un conjunto (nunca ha repetido once), con oportunos auxilios del destino (o del árbitro, en el gol mal anulado a Trinidad y Tobago), México tiene más de un pie en Rusia 2018.

 
Bastará una victoria más para dar por hecho la calificación –quedan cuatro cotejos en casa– y después apenas se enfrentarán pruebas en el camino, como lo será la Copa Confederaciones en tres meses.

 

 
Muchos podrán decir, y acaso con sobrada razón, que nada nos parece a quienes nos referimos al cuadro nacional; y es que es un hecho que con Osorio ha aflorado un equipo eficaz, que sabe ganar, que por unas o por otras resuelve casi siempre a su favor el partido, que se sobrepone a las circunstancias adversas. También lo es, que las dudas no terminan de ser disipadas y que este desempeño parece sólo suficiente en la región; además, que la mecanización táctica, automatización de movimientos, conocimiento de compañeros, tiende a lograrse sólo tras muchos minutos de vuelo común que el esquema Osorio refuta.

 

 
México está ya, tan pronto y con no mucho, asomado al Mundial. Muchísimo necesitará crecer para ir al torneo a superar lo que ha logrado antes.

 

 
¿Crédito a Osorio? Sí, pese a todo lo anterior, no podemos dejar de admitir que está logrando con más facilidad que ninguno de sus predecesores, la primera de las metas.

 
Twitter/albertolati

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