La producción de talentos de un futbol puede medirse fácilmente con base en dos factores: por un lado, cuánto afecta a la selección nacional determinada ausencia; por otro, qué tan eficiente es el relevo generacional.

 

Como queda claro, en ambos sentidos México sale mal parado. El hecho de que contemplemos con semblante de pánico las bajas del cuatro veces mundialista Rafael Márquez y del tres veces mundialista Andrés Guardado, permiten comprender lo dependiente que es el Tri de los escasos futbolistas de talla internacional que gesta.

 

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Nada en contra de estos jugadores, a quienes, todo lo contrario, nunca aplaudiremos lo suficiente el mantenerse a plenitud por tan prolongado período (Rafa en la liga italiana cuando va rumbo a los 37 años y Andrés ha estado en Europa desde 2007), así como el afán de representar al máximo a la Selección por tantos años (el central desde 1997, el mediocampista desde 2005).

 

Lo relevante es analizar por qué lamentamos tanto un par de ausencias de cara al partido ante Estados Unidos; la respuesta está, precisamente, en el segundo de los puntos que de entrada he planteado: que no se ha logrado lanzar y consolidar a quien releve a los que llegaron al más alto de los escalafones.

 

Si las convocatorias de los últimos seleccionadores han variado tan poco, es porque simplemente no hay mucha más tela de dónde cortar. Los espléndidos desempeños en categorías menores (dos títulos sub 17, un oro olímpico), de momento no han logrado canalizarse a categoría mayor.

 

Nos aproximamos al vital encuentro que definirá quién acude a la Copa Confederaciones 2017 y descubrimos que sin Rafael Márquez la central está huérfana. Eso se agrava porque otro veteranazo, Javier Maza Rodríguez, también está lesionado. Ni duda cabe, dependemos de forma preocupante de los más rodados.

 

Lesiones y ausencias tienen todos, pero a cada quién le afecta de manera distinta; por poner el paralelo más exitoso del momento, sólo a una selección como Alemania no le perjudicó ir al pasado Mundial sin alguien de la dimensión de Marco Reus.

 

México podrá derrotar al vecino del norte en unas semanas, aunque eso no podrá ocultar la sensación de que no generamos lo que debemos y que lo escasamente generado se pierde casi siempre en algún punto del camino.

 

Por ello el daño es tan severo ante las bajas. Por ello los planteles tricolores son tan similares de Mundial a Mundial. Por ello nuestra defensa depende aún de las piernas de alguien que, con inmenso reconocimiento a su meritoria longevidad, va rumbo a los 37 años.

 

Echar en falta el liderazgo y la referencia psicológica de los más veteranos, es lógico. Extrañarlos futbolísticamente a esa magnitud, no tanto.

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