Toda una ópera de Wagner, toda una saga en el orden de los Nibelungos: el dios que cree tener domada a su presa y, súbitamente, descubre la más cruel adversidad de los astros; el Real Madrid, al que pudo dejar herido de fatalidad en la primera parte, una hora después se iba de Baviera con fotos en el vestuario, abrazos, felicitaciones, clamores de conquista.
Todavía menos pensado que haber cerrado con tan abrumador dominio y marcador favorable la ida en Múnich, fue para los blancos dejar el Allianz Arena con la sensación de haber podido hacer mayor daño al rival.
Y no hablamos de cualquier rival, sino del favorito para ganar la Champions League. Y no hablamos de cualquier estadio, sino de uno en el que el Bayern no cedía siquiera un empate en Europa desde 2014, cuando el propio Real Madrid lo eliminó. Y no hablamos de cualquier portero, sino de ese que a mitad de carrera ya tiene un sitio en lo más alto en la historia de su profesión, el titánico (operético, por seguir con Wagner) Manuel Neuer.
Por todo lo anterior, la vuelta en el Bernabéu luce particular: por un lado, el cuadro merengue brinca este martes con la seguridad que da haberse descubierto tan capaz de imponerse al bávaro, de quitarle el balón, de desdibujarle, de someter su portería a un bombardeo; por otro, los muniqueses entienden que se les concedió una segunda vida, que peor no podrán cerrar un partido, que la tormenta perfecta difícilmente se repite dos veces en la misma ruta, que no se le volverá a ver tan extraviado y empequeñecido por una expulsión que parecieron tres (quien diga que se juega mejor con 10 que con 11, habría de revisar el video de esa fatídica media hora).
Luego viene el tema de las ausencias, porque la defensa del Bayern mantiene el boquete dejado por Javi Martínez, a su vez sumado a las lesiones y probables ausencias de los titulares Jerome Boateng y Mats Hummels. Lo lógico sería que David Alaba aparezca como central Jerome Boateng, lo que diezmaría muchísimo al Bayern por esa primordial vía de salida que es la banda izquierda. A cambio de eso, el futbolista más resolutivo del Bayern, Robert Lewandowski, ahora sí alineará.
Con los españoles, una ausencia que al cierre del año pasado se lamentaba y hoy hasta se festeja, porque sin Gareth Bale emergerán equilibrio y sacrificio, control y posesión, ya con Isco, ya con James, ya con Asencio, ya con Lucas Vázquez o quien sea alineado; a veces la meritocracia se impone por sí sola.
Una eliminación tras ese marcador y dominio en la ida, jamás se le perdonará al Madrid. Una ida tan fatal como la de la semana pasada, sólo le será perdonada a los de Múnich con su mejor partido en años.
En el aire del estadio Bernabéu, una duda: ¿el poderosísimo Bayern que se corona en Alemania con comodidad y antelación, que despoja a sus rivales germanos de sus mayores cracks, que ha sido dirigido por grandes ganadores europeos como Guardiola y Ancelotti, mutó en jefe doméstico, ya sin alcance continental? Con o sin ausencia, con o sin desventaja, me niego a aceptarlo: el Bayern es la suficiencia, es el empecinado, es la pesadilla.
La noche de los Nibelungos será este martes en Madrid. De ese césped correrá hacia Cardiff el gran favorito a ceñirse la corona.
Twitter/albertolati

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