Hay temas recurrentes, cíclicos, de presencia permanente en los medios españoles a cada determinado tiempo.

 

Pensemos hoy, por ejemplo, en la pendiente renovación de Lionel Messi con el Barcelona, nada nuevo si se considera que sus ingresos se le han mejorado hasta ocho veces desde que debutó, pero nunca con el final del contrato tan cerca como ahora (nada menos, que en 14 meses). O pensemos, eso nunca falta, en la enésima polémica arbitral con los dos gigantes de esta liga en medio: a cuál se ayuda y a cuál se persigue, a cuál se especula que se rinden favores y a cuál se rumora que se cobran facturas. Aunque nada como uno de los encabezados de este cierre de semana que lo mismo podría ser de uno o dos años atrás: la sede de la final de la Copa del Rey.

 
Como en 2015 y 2016, el Real Madrid se ha negado a la posibilidad de que el Barcelona se corone en su santuario; en el primer caso pretextó arreglos en los baños y en el segundo un concierto de Bruce Springsteen; ahora asegura que estará abriendo los trabajos de remodelación que harán del estadio Santiago Bernabéu un futurista y techado inmueble. Al tiempo, el Athletic ha explicado que en su San Mamés tampoco es posible por una presentación ya pactada de la banda Guns N´Roses. Eso nos lleva al hogar atlético, el Vicente Calderón, que entonces viviría su última jornada (el Atleti se mudará de estadio para el próximo torneo) en plena final copera; eso, evidentemente, no agrada a la afición colchonera que quiere despedir a su coloso, con los suyos y no con ajenos sobre el césped.

 
En el fondo, la genuina razón de este caos, es que en España no existe ni sede fija para disputar ese cotejo, ni una rotación de sitios ya definida. Cada año se espera a ver quiénes avanzan y entonces se inicia con este acto de regateo y pretexteo.

 
En Alemania siempre se hace en el Olympiastadion de Berlín, como en Inglaterra en Wembley, en Italia en el Olímpico romano y en Francia en el Stade de France de Saint Denis. En España eso nunca ha operado, acaso por el complejo balance político, regional, cultural, bipolar de su futbol; la solución, visto que a cada temporada es un lío definir escenario, es marcar de antemano una sede, misma que tendrá que estar disponible pase lo que pase y llegue quien llegue.

 
Eso sería de sentido común ante un problema que a cada año surge en estas fechas. Si el Madrid no califica, de ninguna forma quiere ver campeón en su cuna al Barcelona; si es a la inversa, podría esperarse algo similar. ¿Por qué no evitarse esos manoseos, con una agenda ya fijada y aprobada?
Uno de los mejores campeonatos del mundo, no merece ese grado de improvisación y desdén hacia su mismísima final de copa. No lo merece, pero ahí continúa, año con año, atorado.

 
Twitter/albertolati

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