A veces la mejor razón para tomar una decisión es no tener mayor opción.

 

Así, la Selección inglesa ha decidido que se quedará como director técnico permanente el aprendiz que tuvo como interino, tras la turbulenta salida de Sam Allardyce por los escándalos y corruptelas.

 

A Gareth Southgate lo podemos recordar como un buen defensa central, habitual en su representativo nacional a fines de los 90 y quizá no tan reconocido por haber jugado siempre para equipos que acaparan pocos reflectores, lejanos del asedio de los grandes en las islas británicas.

 

Sin embargo, su palmarés como entrenador es nulo y su experiencia, limitada: unos años y un descenso con el Middlesbrough, al que tomó al otro día de su retiro, y un periplo de lo más común por la Selección Sub-21.

 

Inglaterra, ese representativo que pagaba más que nadie a su seleccionador, parece llegar a esta decisión por medio de la resignación: primero, no hay genuinos valores locales dirigiendo en la Liga Premier: de 20 clubes, apenas cuatro tienen un conductor inglés, la mayoría con más experiencia en divisiones de ascenso (ahí incluimos al prometedor y muy joven Eddie Howe del Bournemouth); segundo, los extranjeros en su liga no lucen demasiado interesados en romper sus millonarios vínculos para irse a un puesto por demás incierto; tercero, tras haber probado con experimentados, aunque poco ganadores estrategas (Steve McLaren, Kevin Keegan, Roy Hodgson, el propio Allardyce), esa posibilidad ni fue sopesada, caso parecido tras haber traído a dos costosos extranjeros con quienes no hubo salto de calidad (Sven-Göran Eriksson y Fabio Capello).

 

Así que Inglaterra terminó por dejar en el puesto a una promesa que deberá consumarse ya sentada en su banca. A su favor está que buena parte de los cracks actuales (Rashford, Alli, Kane, Stones, Shaw, Sterling, Dier) pasaron por su Selección Sub-21 y con ellos intentará hacerse fuerte: nada menos que la mejor generación de talentos ingleses en muchísimas décadas.

 

No más bombos y platillos, no más persecuciones a los entrenadores más exitosos del mundo, no más anuncios de que el mejor pagado de los seleccionadores es el que juega como local en Wembley. Inglaterra ingresó a otra etapa con Gareth Southgate, casi contraria a todas las anteriores. Quizá así saque del marasmo a una Selección de terrible balance en los últimos tiempos, ajena a semifinales en todo torneo importante fuera de su casa desde el ya lejano 1990.

 

La realidad es que no hay mucha más tela de dónde cortar. Si Inglaterra no mantenía a Southgate, debía recurrir a alguien extraño a sus islas o reciclar alternativas pasadas.

 

La gran ventaja de una decisión para lo que no había otra opción. Y, pese a ello, me atrevo a decir que con el ex defensa le irá mejor que con sus antecesores –porque peor, solamente no calificando al Mundial.

 

Twitter/albertolati

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