Obituario en nombre de esa sentida pérdida que tiende a embargarnos este martes: la de uno de los más hermosos inventos del siglo XX, la Copa del Mundo del futbol. Las exequias, como tantas antes de este torneo o el esperpento que quedará de él, están previstas en Zúrich. Quienes se han ocupado de llevarnos a esto convertirán los funerales del balón en una fiesta: fiesta del millón, de la comisión, del clientelismo, del poder, disfrazados de un afán de inclusión y desarrollo en otras tierras, que nadie les cree.

 

Todo hace indicar que desde 2026, el Mundial integrará a cerca de la cuarta parte de las Selecciones del planeta: más plazas disponibles, más derechos televisivos, más patrocinios, más audiencia, más partidos, más horas aire, más posicionamiento en otros mercados, más venta de merchandising, más votos para que se perpetúe en el trono el presidente actual, ése que pretendió llegar con aires de transparencia y reforma; más, mucho más, muchísimo más dinero…, y menos futbol.

 
Será una gran sorpresa si de este martes no salimos con la confirmación del Mundial de 48 selecciones. Lo que de entrada sonó inverosímil e irrealizable (apenas en marzo de 2016, en una de sus primeras apariciones como presidente, Gianni Infantino se refirió a elevarlo a 40 equipos), hoy parece inevitable.

 
Difícil que el presidente de la FIFA no reúna el apoyo para esta medida, cuando quienes han de aprobarla o rechazarla incrementarían sus ingresos y firmezas en el cargo con ella. A partir de eso, es día de análisis sobre la forma de instaurarla; si con una ronda previa con 16 grupos de tres representativos de la cual avanzarían dos al formato ya conocido de ocho grupos de cuatro; si 32 de los peor clasificados disputan su plaza mundialista a partido directo y así se suman a los 16 mejor valorados; si se limita el incremento a 40 selecciones y se maneja con ocho grupos de cinco.

 
Como sea, la última Eurocopa de 24 participantes, que tuvo en la autoría intelectual al propio Infantino, entonces como brazo derecho del hoy defenestrado Michel Platini, ya fue la peor de la historia en calidad.

 
La realidad es que no existen 16 cuadros nacionales con nivel suficiente para mejorar a un Mundial, en el que 32 ya son demasiados. Eso sí, se abre la puerta para que califiquen selecciones deseadísimas como China e India, como Qatar o Bahréin, como tantas otras cuyo voto cuenta cada que se elige presidente.

 
Adiós a la tensión en las eliminatorias, adiós al sorteo de grupos que definía el camino desde seis meses antes, adiós al certamen en el que cualquier partido era indispensable, adiós a ese mes en el que nos convencíamos de estar viendo reunido sólo a lo mejor, adiós a esa vieja necesidad de no perderse minuto alguno del torneo.

 
¿Otros tres de Asia? ¿Otros tres de África? ¿Otros tres de Concacaf? Los que sean, que todo suma en esta caja registradora.
Se sugiere que el epitafio aclare: yace por haber confundido ambición con voracidad.

 
Twitter/albertolati

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