Alberto LatiNo hace demasiado tiempo, los modelos a seguir del renacido club Mónaco eran dos: el Chelsea, lanzado al máximo pedestal por los millones de un oligarca ruso, y el Manchester City, resurgido con los petrodólares llegados desde el Golfo Pérsico.

 

 

Dmitry Rybolovlev había hecho una alianza con la familia real monegasca para adquirir las acciones del en ese momento descendido equipo. Personaje habituado a lo alto de las listas de Forbes, polémico por sus intereses en la industria farmacéutica, con un relevante peso político, con una hija socialité que saltó a la fama al comprar a la familia Onassis la isla griega de Skorpios, con no pocos enemigos como para haber estado en prisión casi un año, con una gran colección de arte encabezada por el cuadro de Rothko que le costó 188 millones de dólares, con inversiones para restaurar emblemáticos edificios rusos.

 
Como puede esperarse con tan estrafalario perfil, el Mónaco de Rybolovlev apostó por comprarlo todo y gastó más de 230 millones de dólares en el verano de 2013: Radamel Falcao, en ese momento deseado por los mejores equipos de Europa; James Rodríguez, de las mayores promesas del planeta; Joao Moutinho, quien antes sonó para alguno de los gigantes de la Premier; Eric Abidal, recién desvinculado del Barcelona; Sergio Romero, portero de la selección argentina; todo eso, más una joya francesa llamada Anthony Martial.

 
De inmediato brincó un problema: la libertad tributaria en el Principado, propiciaba que los demás clubes franceses se quejaran del menor costo que implicaba a Rybolovlev fichar estrellas. Asunto arreglado, toda vez que pagó a la federación una compensación de 50 millones de euros.

 
Como sea, apenas un año después de semejante derroche, el magnate facilitó la salida de todos los cracks. ¿Se aburrió de ese juguete? ¿Le decepcionó que no se coronaran en la liga? ¿Mera represalia por no recibir el pasaporte monegasco que le protegería de confrontaciones con el gobierno ruso? ¿Consecuencia del divorcio más caro de la historia, en el que se espaculó que había pagado a su ex esposa no menos de 4 mil millones de dólares?

 
Como sea, nadie vio venir lo de la presente campaña. Cuando el Mónaco ha apostado por los jugadores jóvenes, por un perfil bajo de contrataciones e incluso retuvo a Radamel Falcao casi por ya no tener a dónde prestarlo, el equipo es líder del futbol francés y se ha clasificado a cuartos de final de la Champions League (a costa, nada menos, que del City dirigido por Pep Guardiola).
La apuesta de Rybolovlev era un Mónaco plagado de luminarias y haciendo comprable lo que no lo fuera. Su éxito ha llegado por el camino menos sospechado.

 
Poderosa lección para todo magnate que llegue al futbol: aunque sea difícil de convencer de eso a quien está en la lista Forbes, a quien compró la isla donde se casó por segunda vez Jackie Kennedy, a quien adquirió de Donald Trump una mansión, a quien puede gastar casi 200 millones de dólares por un Rotkho, el dinero no lo puede todo; no, al menos, en el extraño planeta del balón.

 
Twitter/albertolati

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