Toda lista sensata con los mejores cinco o diez futbolistas del año 2013, tenían que haber incluido a Radamel Falcao García.

 

Depredador del área, experto en rematar desde las más variadas condiciones, líder que cargaba lo mismo con el Atlético de Madrid rumbo al título de la Europa League que a la Selección Colombiana a la calificación mundialista. Radamel se ganó con corazón y futbol el ser considerado uno de los mejores jugadores de su generación.

 

Imposible sospechar en ese diciembre de 2013 que estábamos cerca de un declive. El año siguiente nos planteaba la posibilidad de disfrutarlo en la Copa del Mundo y, si bien la liga francesa le quedaba pequeña, continuaba anotando su habitual cuota de goles.

 

Pero vendría la fractura del 22 de enero de 2014 y todo se desplomaría no sólo por los seis meses en que se fijó su recuperación, sino al menos por dos años y medio. En la temporada que está por concluir, apenas superó los 200 minutos disputados con el Chelsea. Un año antes, tuvo mayor protagonismo con Manchester United, pero sus cifras tampoco se acercaron siquiera un poco a las de antaño. En resumen, desde que se lesionó, no ha sido titular ni en 25 cotejos con sus respectivos clubes. Una verdadera pena.

 

El hombre más positivo de cada plantel, hoy incluso ha tenido fricciones con sus directores técnicos en sus últimas experiencias. El portentoso delantero que era sinónimo de fe, confianza, convicción, hoy luce carente precisamente de eso. ¿Las va a retomar? Con treinta años es posible pensar que tiene todavía margen para hacerlo, pero no mientras ese semblante aguerrido, tan acorde con el apodo de Tigre, luzca melancólico y esquivo como en los últimos tiempos.

 

Radamel ha declarado que volverá al Mónaco, equipo que de alguna forma quiere recuperar o capitalizar algo de esos 63 millones de euros desembolsados por el atacante. Plantel que tuvo una impresionante inversión de dinero cuando se convirtió en el juguete consentido del oligarca ruso Dmitry Rybolovlev: unos 200 millones en elementos como James Rodríguez, Joao Moutinho o el propio Falcao. Proyecto que duró lo que el capricho al dueño y pronto caducó. Por ello, tras la lesión el colombiano comenzó sus préstamos a Inglaterra y por ello, ahora que las cosas no han ido bien por dos años en la Premier League, su retorno a ese proyecto abandonado e inacabado en Montecarlo, es inminente.

 

El futbol necesita de vuelta al mejor Radamel: con su explosividad al festejar, con su pasión al rematar, con su liderazgo para guiar a un colectivo.

 

Ojalá suceda, aunque cada vez luce más complicado. Su drama, iniciado con la tristísima lesión en enero de 2013, no ha terminado. Algo más que un ligamento se rompió ese día en el partido de Copa ante el Chasselay de tercera división: la seguridad de quien era rebosante en ella.

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