Lo mínimo aceptable al convocar a un futbolista a la selección, es ofrecerle una genuina oportunidad de probar su valía, de superar ciertas expectativas, de ganarse un sitio definitivo en el equipo nacional.

 

 

Eso, me temo, es lo menos relevante en el común de los llamados tricolores para partidos ajenos al calendario FIFA. Acaso cumplir con el trámite, armar un cuadro lo suficientemente competitivo para salir de apuros, hacer el mínimo indispensable (que es exhibir la casaca nacional) para llenar un estadio, vender derechos televisivos, generar patrocinios y amasar jugosos pagos.

 
Muy triste si se considera lo que jugar para una selección representa. Muy injusto también con una afición mexicana en Estados Unidos, a menudo engatusada con pósteres que incluyen a las figuras (se ofrecen Guardado y Chicharito, a sabiendas de que ahí no estarán). Pero volvamos a los jugadores que reciben la alternativa: por bien que se efectúen las cosas, su esfuerzo es más bien inútil y el juicio sobre su desempeño ingrato, toda vez que se trata de un experimento con muchachos con los que quizá no volverán a compartir balón.

 
Contra Islandia estarán auténticas promesas de nuestra liga; promesas que casi con total certeza, quedarán marginadas del once inicial mexicano, conformado en un 90 por ciento por quienes actúan en Europa o por quienes ya han sido mundialistas. Entonces tendrán como consuelo el poder integrarse a un plantel alterno para la Copa Oro, en un nuevo verano (el tercero consecutivo) que obliga a México a disputar dos torneos.

 
¿Y qué ha pasado históricamente con esos planteles alternos? Más críticas, fracasos y condenas, qué otra cosa. Pensemos en quienes fueron a la Copa Oro 2013 y fueron eliminados en semifinales por Panamá: ahí emergieron Luis Montes y Miguel Layún, pero se cayeron varios más; o en quienes nos representaron en la Copa América 2015, sin lograr superar la primera ronda, de quienes no hubo nada que rescatar.

 
Ricardo Ferretti, maestro en refranes y neologismos, bautizó estos compromisos como “moleros”. En el festival del mole, esta nueva entrega. El rival, una Islandia muy diferente a la que alegró la pasada Eurocopa, si se recuerda que ninguno de aquellos 23 integrantes pertenecía a clubes locales, lo que imposibilita su concurso en tan inoportuna fecha.

 
¿Recuerdan el meme de la Eurocopa que aludía a que entre los 332 mil habitantes islandeses apenas había 23 muchachos seleccionables? Pues bien, en Las Vegas estarán sin esos 23.

 
Twitter/albertolati

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.