Nada es ya igual en este bosque de Sherwood. De tanto desfalcar y sorprender a los ricos durante el año pasado, la esforzada banda del Leicester City parece haber olvidado todas sus artes.

 

 

 

Desprovista de ingenio, ha regresado a su vieja realidad, anterior a la mayor sublevación que el futbol inglés haya visto. Desde la directiva, un mensaje que, pese a los afanes tranquilizadores, ha sonado amenazante: “El Leicester City quiere dejar absolutamente claro su inquebrantable apoyo para Claudio Ranieri”.

 

 
Y es que en el planeta futbol, ya se sabe, lo único que suele preceder al despido de un director técnico, es su anterior respaldo y ratificación.
Como sea, no hablamos de cualquier entrenador, sino del que fue elegido por la FIFA como el mejor del año pasado y del que consumó una de las mayores sorpresas en la historia del deporte: la coronación en la Premier League 2015-16.

 

 
Al abrir esta temporada, Ranieri se apuró en declarar que de ninguna forma era factible que sus pupilos repitieran el título. Los más devotos quisieron ver en el mensaje algo más de la comunicación manejada por el estratega durante el ejercicio previo: ante todo clamor de victoria, gritar que la meta eran 40 puntos para conseguir la salvación, sin importar que media temporada le sobrara para ello y que los gigantes no tuvieran forma de frenar su escapada.

 

 
Hoy, 40 puntos son lo que ansían los Foxes para finalizar el torneo en la división de honor. De la falsa modestia y medida anti-presión, a la urgencia, cuando bastan un par de resultados para colocarlos este fin de semana en plena zona de descenso.

 

 
¿Qué ha sucedido, cómo hemos llegado a ver discutido al estratega más aplaudido del verano pasado? La única baja relevante fue la del industrioso volante de recuperación Ngolo Kanté, aunque el problema es más de fondo que de nombres.

 

 
Que Claudio Ranieri, el máximo héroe que equipo modesto de Inglaterra jamás tendrá, haya debido ser ratificado, dice mucho de la velocidad del futbol. También, del sádico y frío dictamen de los resultados. Todo eso sin olvidar que en Champions League, el Leicester avanzó con solidez a la segunda ronda, donde enfrentará al Sevilla.

 

 
Por ahora, el apoyo es inquebrantable; de alargarse la racha de malos resultados, no habrá forma de proteger al gran Claudio en ese timón.

 
Si todos los neutrales estuvimos unidos con el Leicester unos meses atrás, hoy es motivo para hacerlo todavía con más ahínco. Esta historia no puede tener tan terrible secuela. Ni descenso, ni despido, lo mínimo aceptable tras el título, es un Leicester que logre deambular en paz por la zona cómoda de la clasificación; con Ranieri en pose del Robin Hood que logró vivir feliz por siempre, tras vencer a la tiranía y casarse con la noble Marian; con Jamie Vardy, conmovedor al no haberse ido a más millonario puerto, de eterno (y siempre intimidante) Little John; con Sherwood devuelto a esa ilusión que, ilusos pensamos, duraría mucho más.

 

 
Twitter/albertolati

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