Hay personas que por talento o fortuna, disponen de muchísimos trenes hacia la gloria; que se pueden dar el lujo de desechar oportunidades, sabedores de que llegará alguna más; que gozan de la posibilidad de redimirse incluso después de enésimos capítulos de desperdicio.

 

Mario Balotelli, con 25 años recién cumplidos, entra fácilmente en esa descripción.

 

Su primer tren fue el Inter de Milán, del que salió inmerso en numerosos escándalos, como aquel berrinche cuando Samuel Eto´o iba a cobrar un penalti y Mario pretendía impedirlo para él ejecutarlo. Lo que inició con hitos como ser el más joven anotador interista en Champions League, terminó en desastre con compañeros, rivales, árbitros, aficionados y su entonces DT José Mourinho, quien sentenció: “hasta donde yo entiendo, un niño como él no puede permitirse entrenar menos que jugadores como Figo, Córdoba o Zanetti”.

 

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Entonces emergió el segundo tren, porque de su talento y capacidad futbolística nadie podía dudar, además de la progresión que se le intuía al contar escasos 20 años. El Manchester City pagó por Mario algo más de 35 millones de dólares. Roberto Mancini, quien ya lo había dirigido en el Inter, comenzó por justificar sus indisciplinas con la edad. No obstante, al paso del tiempo exasperó: “si yo fuera uno de sus compañeros, lo golpearía en la cabeza”, o, semanas más tarde, “ya se me acabaron las palabras sobre él. Se me acabaron. Ya no tengo palabras sobre su comportamiento”.

 

A la mitad de ese trayecto, fue la gra figura de la italia subcampeona en la Euro 2012. Futbol, gol, desequilibrio, poderío en la cancha, sin duda los poseía, pero todo se diluía en su comportamiento y falta de compromiso.

 

A inicios de 2013, el Milán pagó por Balotelli unos 25 millones de dólares. Que el delantero estrella de la última Euro y símbolo de la nueva Italia, haya sido vendido a la baja teniendo menos de veintitrés años, significaba demasiado. Su paso no fue especialmente tranquilo y tampoco en especial fructífero.

 

Fue después del Mundial 2014 cuando brotó del túnel otro tren más. El Liverpool desembolsaría unos 25 millones de dólares para regresarlo a la Liga Premier. Cobraría poco menos de 150 mil dólares a la semana, aunque con el convenio de 20% adicional si se comportaba. Sobra decirlo, no se comportó.

 

Ahora es el Milán el valiente que desea firmarlo. Ya no habrá traspaso ni nada similar. El Liverpool se da por servido con que alguien se lo lleve y le deposite parte del sueldo firmado (del resto se ocupará el fastidiado conjunto inglés).

 

Se anuncia que el Milán lo hará con una cláusula antiescándalo, mas eso, ya quedó claro en Liverpool, no funciona: Balotelli prefirió ser fiel a su excéntrica personalidad antes que asegurarse de cobrar sus quincenas completas.

 

Aquí aplica la fábula del escorpión y la rana: por mucho que la rana pida al escorpión que no la pique y aun a sabiendas de que picar a la rana va en su perjuicio (porque las dos caerán al río), la escorpión la termina picando. ¿Por qué? Porque es su naturaleza y eso no lo puede remediar: ni con cláusulas, ni con amenazas, ni con promesas, ni con castigos, ni con su propio interés.

 

Y entre escándalo y escándalo, Mario Balotelli agota los numerosos trenes a los que ha podido subir y de los que se ha empecinado en bajar.

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