Hay vidas que aceleran demasiado rápido entre las luces y las sombras; o, por recurrir al refranero, entre lo sublime y lo ridículo.

 

Mario Balotelli apenas ha cumplido 26 años, pero al menos desde hace ocho ha cargado con aureola de estrella y desde hace seis ha vivido entre los futbolistas mejor pagados del mundo. Sigue siendo joven, aunque ya ha tenido tiempo para verse consagrado como estrella máxima de varios equipos (Manchester City, Milán, la Selección italiana en la Euro 2012, ahora el Niza) y para que su carrera se condene al fracaso en varios más (el mismo City, antes el Inter, después el Liverpool). Su nombre ha lucido muchas veces caduco, y es que han transcurrido ya 10 años desde que los representativos nacionales de Ghana e Italia se disputaran el derecho a convocarlo (nació en Sicilia de padres ghaneses y fue adoptado por una familia italiana).

 

Hoy, como en muchas ocasiones anteriores, el genial atacante parece haber resucitado. ¿Por cuánto tiempo? Pregunta muy difícil de responder. Donde muchos demuestran haber aprendido y escapan de repetir los errores, este portento ofensivo suele recaer en la indisciplina, en la distracción, en la falta de compromiso, en la más estrafalaria y absurda locura.

 

Cuando el Niza lo contrató en el último suspiro del verano pasado (en pleno 31 de agosto, a horas del cierre de registros) lo hizo asumiendo un gran riesgo. Como sea, sin pagar un solo centavo por quien entre 2010 y 2015 movió en tres transferencias algo más de 80 millones de dólares. Balotelli llegó gratis y apenas se le concedió contrato por un año, como si de un veterano o un elemento no probado se tratara. Imposible culpar al Niza, como imposible hacerlo ante el resto de los equipos europeos que prefirieron ni voltearlo a ver, que ni se inmutaron al saber que ya era gratuito quien antes se valoró tan alto, que vieron como decrépito a un muchacho en edad de todavía estar lejos de su máximo nivel. Sus goles del pasado a nadie ilusionaron más que a un humilde equipo de la Costa Azul, cuyo presupuesto es 10 veces menor que el del gigante francés, París Saint-Germain.

 

Cuatro meses después, convertido en la sensación del campeonato galo y con el Niza instalado en el liderato, Balotelli ha vuelto a acelerar hacia la luz. Ya se sabe, en cualquier momento y a idéntica velocidad, puede salir de control rumbo al desastre, pero hoy disfrutamos de una de las grandes promesas que dábamos en definitiva por perdidas.

 

A este paso es lógico esperar su regreso tanto a la Selección italiana como a un grande, aunque no tan rápido. El problema de Mario es que quienes han puesto las manos al fuego por él a menudo se han quemado. No hay razones para pensar que esta vez sea diferente, pero sí muchísimas para esperarlo; sobre todo, si nos gusta el futbol.

 

Twitter/albertolati

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.