Esto de amar pareciera ser algo natural, sencillo y fácil de hacer, algo tan normal para todos. Sin embargo, la realidad es que para muchas personas es muy difícil sentir y dar amor, ya que su corazón se cerró en algún momento de su vida para poder sobrevivir y enfrentar un mundo frío, exigente, intolerante y cerrado a la expresión manifiesta de los sentimientos amorosos y de todo tipo, abiertos y libres.

 

Todos nosotros, cuando crecimos, fuimos educados de acuerdo a ciertos cánones y formas socialmente aceptados que nos fueron alejando de nuestra esencia como personas, desconectándonos de nuestras emociones.

 

Fue necesario adaptarnos a las necesidades impuestas por un mundo frío y hostil que provocó que construyéramos una gruesa barrera, dura, para cubrir y cuidar nuestro corazón y sensibilidad, aprendiendo a vivir en el mundo sin conectar con nuestros sentimientos y desconociéndolos a tal grado que no sabemos quiénes somos, no conocemos nuestra capacidad de amar.

 

Por desgracia, funcionamos generalmente sólo desde nuestra cabeza, sin conectar con lo que sentimos, con nuestra intuición, porque el mundo nos enseñó a valorar más lo frío y analítico, alejándonos del otro y de nosotros mismos, de nuestra esencia divina, que está constituida esencialmente por el amor en todas sus dimensiones y que, por miedo a sentir dolor, placer y todo lo que naturalmente podríamos experimentar, preferimos negarlo, y negarnos a nosotros mismos.

 

Sin embargo, cuando estamos listos y deseamos vivir, lo cual significa dejarnos sentir y conectar con nuestra esencia, con nuestro corazón, es posible romper esas barreras que habíamos construido, con mucha valentía para aceptar el dolor que implica romper con toda la estructura y lo anteriormente aprendido para poder ser más esencia y así poder disfrutar la vida con mayor intensidad, desde todos los lugares y espacios que nos toquen vivir, aceptando todo lo que existe en nosotros, tanto la luz como la sombra.

 

Es decir, aceptar todo sin negar nada, incluyendo todas las dimensiones de lo que somos, aceptando simplemente nuestra humanidad con todo y su vulnerabilidad, asumiendo que es en ésta donde se encuentra nuestra fuerza interna.

 

Este camino no es algo fácil de hacer porque implica atravesar nuestros miedos y el dolor que esto conlleva; sin embargo, aprendiendo de ellos y entendiendo que nada dura para siempre y todo pasa y se transforma, es posible que logremos transformar nuestra oscuridad en luz. Es ahí donde se encuentra el premio, el regalo para nosotros, siendo éste el camino de la conciencia que nos lleva a encontrar la luz interior.