Quizá el texto más polémico de Gabriel García Márquez fue el de Memoria de mis putas tristes, en el que un anciano paga por la virginidad de una niña y cuya película tuvo un paso efímero por las pantallas de nuestro país por la reacción de periodistas que por las mismas fechas de la filmación estaban sacando a la luz una red de prostitución de niñas y adolescentes, particularmente Lydia Cacho.

 

Uno de los libros que más he disfrutado en la vida es precisamente La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata, mismo que inspiró a García Márquez para escribir Memoria de mis putas tristes. Con un profundo erotismo, Kawabata, japonés, Nobel de Literatura en 1968, narra la historia de una casa en la que los ancianos llegaban a pasar una noche con vírgenes desnudas y sedadas con las que no podrían tener mayor interacción que la descrita.

 

García Márquez, Nobel de Literatura en 1982, muere al tiempo en que México vive una cruzada contra la “trata de personas”. Me resulta significativo el hecho y a la vez me hace expresar mis dudas respecto a que tal cruzada constituya realmente una política pública o si sólo se trata de una campaña conservadora contra la prostitución, en la cual muy probablemente se fracase en el combate a la explotación sexual.

 

La literatura universal está plagada de textos y escritores dedicados a la prostitución. Recién di con otro autor japonés, Nagai Kafú, fanático de la prostitución no sólo en sus textos sino en su vida. Al leer Una extraña historia al este del río, sobre las “camareras”, no sé si encontré más fascinante la novela misma o la biografía de su autor. Kawabata narra en otro texto, País de nieve, la historia de un parroquiano que se enamora de “su” Geisha, y de quien la gente murmura no por frecuentar a la Geisha, sino por amarla.

 

La prostitución es, dice el dicho, el oficio más antiguo de la humanidad, también el más controversial. En otros tiempos, era la vía más frecuente de pérdida de virginidad masculina; en los tiempos modernos tiene una serie de sofisticaciones por el torrente de imágenes al que se ha sometido la humanidad en los últimos 100 años y de manera creciente, desde que proliferó el uso de internet

 

En la reciente cruzada contra la trata de personas son frecuentes las noticias de cierre de “table dances”, casas de masaje, “estéticas”, burdeles y la detención de decenas o cientos de personas por actividades relacionadas con la supuesta “trata” de personas. Bajo esta perspectiva, el que no es detenido, entonces se debe transformar en acusador y explotado sexual, si no lo hace se le acusa de victimario. Para bien y para mal, los operativos transforman la vida de estos trabajadores.

 

En algunos casos, incluso, al parroquiano se le cuelga la letra escarlata (échenle un ojo a los artículos de Sanjuana Martínez). El que paga por sexo resulta culpable. Aquí no hay necesidades o preferencias. Se juzga y punto, como cuando antaño se juzgaba a las que perdían la virginidad antes del matrimonio. Fui cliente en mi larga soltería; no me arrepiento y no juzgo al demandante ni al oferente cuando el intercambio pasa por sus voluntades.

 

Cito un tuit de mi amigo @tipographo: “Que no dejaban subir a la barra en el @marrakechsalon porque había operativo. Gracias @rosiorozco por destruir la diversión de los jotos”. La liga de la moral y la decencia no hace política pública, combate libertades a partir de su visión del mundo y sus necesidades de autopromoción política, por encima incluso del trabajo de organizaciones sociales dedicadas al tema.

 

Estoy convencido de que hay que combatir la explotación sexual, como también lo estoy de que prohibir el comercio sexual no es el mejor arreglo y se corre el riesgo de juzgar y castigar el ejercicio de libertades, incluso sin paga de por medio, entre dos o más adultos. Al final de cuentas, la persecución actual arrojará a las y los trabajadores sexuales a un clandestinaje en el que lo único garantizado será la trata de personas por gánsters poderosos y ocultos que permanecerán impunes.

 

“Todos decían que yo era una chica sanísima. Me sentía orgullosa, quiero decir, orgullosa de mí”, relata Marie Darrieussecq en Marranadas, sobre una inocente prostituta que poco a poco se transforma en cerdo. Estamos hablando de un tabú, tal vez las verdaderas decisiones de la sociedad mexicana en este tema no se darán ahora, sino precisamente el día que deje de ser tabú.