Políticos, policías, integrantes del Estado Mayor Presidencial y agentes de Ministerio Público fueron asesinados entre el 23 de noviembre de 1993 y el 15 de septiembre de 1999. Todos ellos, alrededor de 15, estuvieron vinculados con el atentado del candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio.

 

Según datos contenidos en los expedientes de la PGR sobre el caso, por lo menos dos de esas muertes se registraron antes del crimen perpetrado contra el priista, aquella tarde del 23 de marzo en Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California.

 

Tres personas que participarían en el equipo de seguridad del candidato presidencial fueron asesinadas, dos antes de la muerte de Colosio y otra después. Tal es el caso de José Luis Larrazolo Rubio, un comandante de la Policía Judicial Federal que iba a integrarse a la campaña de Colosio, pero que fue asesinado en enero de 1994.

 

Otro de los casos más conocidos de personas vinculadas al caso Colosio y que resultaron muertas es el de Ernesto Rubio Mendoza, ejecutado la misma noche del 23 de marzo de 1994 en un taller mecánico de Tijuana, a quien el investigador privado Humberto López Mejía señalaba como el verdadero hombre detenido en Lomas Taurinas y el asesino material, y de quien decía tenía un gran parecido físico con Mario Aburto.

 

Rubio era el hombre de confianza del ex comandante Raúl Loza Parra, encargado de las primeras investigaciones del caso Colosio. Loza encargó a dos agentes bajo sus órdenes filmaran el mitin de Lomas Taurinas.

 

Rebeca Acuña Sosa, una agente del Ministerio Público federal que participó en la integración de la primera averiguación previa del magnicidio, fue asesinada en febrero de 1996.

 

El 19 de julio de 1996, dos años después del atentado contra Colosio, el jefe de seguridad del PRI durante la campaña presidencial, Isaac Sánchez Pérez, también fue asesinado por tres sujetos a bordo de un vehículo.

 

Según el informe de la Subprocuraduría especial en el caso, la prensa nacional e internacional reveló que al menos ocho personas fueron asesinadas por investigar sobre el tema Colosio. Sin embargo, la PGR dio a conocer que no existió relación entre los homicidios y el proceso de investigación.

 

Jorge Antonio Sánchez Ortega, un agente del Cisen que estuvo en la escena del crimen y fue detenido por la Policía de Tijuana, fue liberado la madrugada del 24 de marzo, a pesar de que dio positiva la prueba de radizonato de sodio y a pesar de que lo detuvieron cuando huía del lugar de los hechos. Llevaba sangre en su chamarra y ésta resultó del mismo tipo de la de Colosio (A negativo). Se parece mucho físicamente a Aburto. Fue liberado por autoridades federales.

 

Tiempo después asesinaron a Federico Benítez, el jefe de la policía de Tijuana, quien “por error” tuvo a sus agentes cerca de Lomas Taurinas y osaron detener a Sánchez Ortega.

 

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