La devoción a la Virgen de Guadalupe en México surgió casi en paralelo a la llegada de los españoles y su creciente papel en el arraigo del catolicismo no se entiende sin la Basílica de la Ciudad de México, su principal centro de culto, que será visitado por el papa Francisco este sábado.

 

Del país se dice que “antes es guadalupano que católico” y prueba de ello son los 20 millones de peregrinos -algunos llegados también de otros países- que acuden cada año a la Villa de Guadalupe.

 

Un recinto que comprende la basílica nueva y la antigua, varias capillas, un museo, una biblioteca, un panteón y un antiguo convento, entre otros edificios, y en donde se ofician misas, bautizos y bodas, además de otras actividades religiosas y culturales.

 

El culto surgió tras las apariciones en 1531 de Nuestra Señora de Guadalupe al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin, canonizado en 2002 por Juan Pablo II.

 

Tras probar este ante la Iglesia la veracidad de las advocaciones marianas con una manta en la que apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe, ese mismo año se construyó una primera ermita en los pies del cerro de Tepeyac y ahí fue trasladada la imagen, que rápidamente fue venerada por criollos e indígenas.

 

Ante su creciente popularización, en la Villa de Guadalupe se construyeron iglesias y capillas y, ya en 1709, se abrió la primera basílica, que se remodeló por última vez en 1895.

 

Esta construcción, que conjuga barroco y neoclásico, fue hogar de la imagen de la Virgen durante 267 años hasta que en el siglo XX su estructura se deterioró severamente por el trasiego de peregrinos y el suelo lacustre donde fue cimentada.

 

Por ello, se construyó la actual basílica entre 1974 y 1976, un recinto circular con capacidad para albergar a más de 10.000 personas y auténtico emblema del amor guadalupano.

 

Diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez, Alejandro Schoenhofer, José Luis Benlliure, fray Gabriel Chávez de la Mora y Javier García Lascuráin, se inauguró el 12 de diciembre de 1976, en el día de la Virgen.

 

De planta circular, el edificio no tiene columnas y su principal material es el concreto armado. Su techo, cubierto de láminas de cobre, se caracteriza por el color verde claro que ha adquirido con el paso del tiempo por la oxidación.

 

Cuenta con siete accesos y un atrio central donde se celebran misas. Sobre este se encuentra un retablo con una cruz inmensa y el sagrado original de la Virgen de Guadalupe.

 

“Siguiendo la secuencia de las iglesias (en la Villa de Guadalupe) se puede reconstruir la historia de México. Tenemos desde una muy pequeñita, en los vestigios arqueológicos, antes de 1550, hasta la monumental que tenemos ahora”, destacó el especialista en historia religiosa Jorge Traslosheros.

 

Para este profesor del Instituto en Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la construcción de la Basílica y del recinto en su conjunto refleja “la formación, crecimiento, desarrollo del catolicismo mexicano, que es muy guadalupano”.

 

Francisco, el primer papa latinoamericano, oficiará una misa en la Basílica este sábado en el marco de su visita a México, del 12 al 17 de febrero.

 

Esta es la tercera vez que Jorge Mario Bergoglio pisa suelo mexicano (antes lo hizo en 1970 y 1999), aunque la primera como pontífice, y ha pedido estar “un ratito solo delante de la imagen”.