El viernes pasado, alrededor del mediodía, un valiente joven corrió por las calles del norte de nuestra ciudad para detener a unos delincuentes. Entró a una vecindad y recibió dos disparos; su cuerpo quedó inerte en el piso junto con su valentía, su sangre tiñó el azul de su uniforme… Julio César es su nombre y su honor era el ser policía.

 

 

Seguramente cuando tomó la decisión de seguir a tres delincuentes que se encontraban armados, su lógica era la de proteger a los demás, de servir a la ciudadanía, de ejercer el bien y de mantener el orden y confrontar a la delincuencia. Él era el sostén de su casa, de su madre y su hermana, pero también era un valiente que en las calles, día a día, brindaba su mejor esfuerzo para hacer mejores nuestras vidas.

 

 
Se fue uno de los nuestros, un joven y valeroso policía de 29 años, y cuando digo de los nuestros no sólo me refiero a la policía de la Ciudad de México, a la que hoy tengo el honor de liderar estando al frente de una gran corporación, cuando digo uno de los nuestros me refiero al Julio joven, hijo de familia, amigo, vecino, buen hombre. Se fue un miembro de la sociedad, que decidió trabajar por los demás; cuando digo uno de los nuestros también significa que los otros son los delincuentes, los que agreden, los que lesionan, los que violentan los intereses, los derechos, el patrimonio y la integridad de nuestra gente. El ejemplo de Julio no debe caer en el olvido; por el contrario, debe fortalecer la moral de los cuerpos policíacos en la lucha compleja por erradicar y confrontar a la delincuencia.

 

 
La seguridad pública es un derecho ciudadano, es una plataforma de desarrollo pero debe ser una certeza del ente humano. La seguridad se ejerce en principio por el Estado, pero debe ser un valor de cada habitante de esta ciudad.

 

 

Seguramente entre los más de 89 mil elementos policíacos que conforman la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México habrá muchos policías valientes y esforzados como Julio César Rojas Betanzos; en su capacidad y en su esfuerzo está nuestra calma y tranquilidad, y en sus manos está la firmeza de la defensa de los legítimos intereses de la sociedad.

 

 
Datos recientes indican que la disminución de la incidencia delictiva en la comisión de delitos de alto impacto va a la baja en 7.7%, lo que implica que no se realizaron dos mil 471 ilícitos entre un año y otro, delitos como robo a negocio con violencia, que tuvo un decremento de 28.3%, o el robo a cuentahabiente, que disminuyó en 27.1%, entre otros ilícitos que manejan cifras a la baja. Asimismo del trabajo de los cuerpos policíacos se desprende la política pública de seguridad de una policía social que trabaja para y por la gente. En una metrópoli como la nuestra. quizás de las más grandes del mundo, el correcto desenvolvimiento social no se permitiría si no es bajo la plataforma de la seguridad presente en todas las actividades.

 
La policía, en defensa de la sociedad.