Generación tras generación, hemos visto aumentar no sólo el parque vehicular de nuestra ciudad, sino también la infraestructura que le hemos dedicado a esta expansión. En las últimas tres décadas, se ha invertido 73% del presupuesto en ello, y sí, hagámonos responsables, los gobiernos lo hicieron porque así lo pedimos: el derecho a rodar nuestro auto fue la exigencia, y nos cumplieron.

 

 

 

 

 

 
El resultado es claro; el abandono al cuidado del reparto modal de la urbe es evidente. La última Encuesta Origen-Destino, de 2007, señalaba que alrededor de siete de cada 10 viajes que se realizan en la Zona Metropolitana al día eran en transporte público; siendo sólo tres en un vehículo particular. Hoy, a 10 años, las tendencias de la nueva encuesta establecen un aumento del reparto hacia el auto particular, en detrimento del uso del transporte público, con un parque vehicular que crece cuatro veces más que la tasa poblacional y un promedio de una persona por coche y con 5.5 millones circulando. Misión cumplida.

 

 

 

 

 
Este ritmo de crecimiento es insostenible para todos, especialmente para las futuras generaciones. La movilidad no es un sector aislado en temas urbanos; por el contrario, es parte rectora de la agenda de ciudad, de la ejecución de políticas tan diversas como vivienda, empleo o acceso a servicios. El derecho a la movilidad plasmado en la nueva ley es clave, es un derecho llave, es un paso hacia la equidad y la inclusión que requerimos.

 

 

 

 
Esta nueva ley dio el primer paso para romper el paradigma gris, y la forma de demostrar que va en serio es con infraestructura verde, orientada al transporte público, sin excusas ni pretextos. En los últimos años se ha demostrado que la planeación en movilidad implica también planeación urbana integral, y ésta inicia por destinar nuestras calles al reparto modal integral: carriles confinados de transporte público, ciclovías, banqueta y cruces seguros. Así es una calle incluyente.

 

 

 
La defensa de un proyecto de transporte público como lo es la Línea 7 del Metrobús no sólo se basa en una agenda de movilidad sustentable, sino también en una de democracia y libertades. Nuestra generación entiende que la calle es el espacio central de ejercicio de derechos, económicos, políticos y sociales; es el lugar de convivencia y creación única de capital social; es el espacio de comunidad y expresión ciudadana; y sí, es también el espacio por donde nos movemos. Reforma debe ser la insignia de nuestra inclusión.

 

 

 

 
Por eso, es momento de entender que no hay agenda más colectiva que la de movilidad, pues todos creamos en conjunto las condiciones en las que nos movemos como ciudadanía: que bajarnos del coche trae beneficios para todos, y que cuando lo hacemos, crecemos como ciudad. El Metrobús, esquema pionero en transporte y con origen latinoamericano, se ha convertido en una opción eficiente, segura y de calidad en transporte masivo, con un gran nivel costo-beneficio.

 

 

 

 
Desde su implementación, en 2005, el Metrobús además ha demostrado ser un elemento de estructura y ordenamiento urbano, y no sólo eso, ya que ha sido el esquema que ha logrado sacar de circulación (y de nuestras vidas) a los obsoletos microbuses. La planeación de la ciudad, además de la importancia de elementos normativos (como los que ya están contemplados por ley), es ahora realidad a través de la implementación de un Sistema Integrado de Transporte, que además esté vinculado con el desarrollo en servicios, vivienda y espacio público. La Línea 7 será un corredor más en el que las principales zonas atractoras de viajes en la ciudad serán más accesibles para un mayor número de personas; zonas que contarán con un sistema estructurado y con tecnología de punta; y zonas que continuarán su desarrollo y crecimiento, así como una significativa mejora en la calidad de vida de la población que realiza diariamente sus actividades allí.

 

 
Por cada nuevo corredor confinado de transporte público sustentable,hemos sido capaces de sustituir hasta 17% de viajes en auto. Sumando ciclovías a esta estructura y una mejor gestión de estacionamiento, llegaremos a la meta del reparto modal. Nuestra generación lo sabe, y por eso apoya el cambio de paradigma: nosotros queremos y seremos la última generación del tráfico de nuestra ciudad.

 

 
*Subsecretaria de Movilidad de la Semovi.