Este es un trabajo para Superman. Y en esta ocasión la S (junto a la F) estaba en el casco dorado de los 49ers, y en especial en el pecho y muy dentro, en el caliente corazón de su quarterback, Colin Kaepernick, quien despejó toda duda (si es que aún la había) sobre la estridente rivalidad que le raspa cada vez que se mide a Cam Newton, su colega de las Panteras de Carolina, el original, respecto al festejo en la zona de anotación de simular abrirse la camisa para dejar ver una hipotética poderosa S.

 

Kaepernick, estrella con la Universidad de Nevada no olvida que con todo y sus poderosos números colegiales estuvo rankeado en la posición número 36 del Draft de 2011, nada más 35 lugares por detrás del chico maravilla Cam Newton, ganador del Trofeo Heisman con Auburn, a quien llevó a ganar su primer Campeonato Nacional desde 1957. En aquel 2011, el hoy número siete de San Francisco fue escogido hasta la segunda ronda del Draft, aunque cabe decir, que los 49ers, habían intercambiado nueve posiciones con Denver para poder llevarse al diamante de la Universidad de Nevada.

 

Si bien Kaepernick es un chico, de los llamados bien portados en la NFL, es carismático, pero sobre todo, mediático. Por eso cuando prácticamente decidió el duelo a favor de los Gambusinos, con una anotación por carrera, no lo resistió. Estaba en el lugar indicado, de visitante en el estadio de las Panteras, ya de por sí, un rival natural de los 49ers, un equipo con la mejor y más agresiva defensiva de la Liga, que no se cansó de intimidar a sus hombres durante toda la primera mitad, y que además contaba con Newton, destacado por su talento a la hora de acarrear el balón y para expandir un circo aéreo digno de los mejores mariscales de campo en la historia de la Liga, precisamente todas las cualidades que también posee el, hoy, hijo consentido de la Bahía.

 

Kaepernick aprovechó el escenario para celebrar su anotación con el gesto tradicional de Newton: simular que se abría la camisa para enseñar la S; superior, muy superior en experiencia, no por nada es ya su segunda incursión esta instancia en su corta carrera, superior no en yardas, pero sí en inteligencia, aunque ha dejado abierto el camino para que Newton observe por televisión el camino de los 49ers, si es que Kaepernick lo repite, hacia su segundo Super Bowl consecutivo, y por qué no, aprenda, y claro, prepare esa venganza que el deporte suele ser tan generoso para otorgar.

 

Ahora San Francisco intentará culminar la proeza, proeza no porque los 49ers no tengan un equipo capaz de hacer frente a Seattle en la final de la Conferencia Nacional, sino porque de lograrlo, estaría llegando al 2 de febrero siempre jugando y ganando todos sus encuentros en calidad de visitante, una hazaña que bien podrían envidiar hasta las más grandes leyendas de los de rojo y oro en esa misma posición.

 

Seattle fue el mejor equipo de la Conferencia Nacional, aunque San Francisco fue el número dos. En la temporada regular Seattle aplastó en casa a los 49ers, mientras que a duras penas los Gambusinos pudieron imponerse a los Halcones en San Francisco. Es, por segunda vez, la hora de Kaepernick, quien más que nunca deberá demostrar que debajo de ese jersey de juego trae una poderosa S, de superior, de Superman, de Super Bowl.