Si no ocurre nada extraordinario es altamente probable que el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, deje su cargo en enero próximo después de poco más de 8 años al frente del banco central del vecino del norte. Bernanke fue propuesto al cargo por el presidente George W. Bush en 2005.

 

Si las previsiones de aquí a enero se cumplen, el republicano Bernanke dejará la FED en medio de aplausos y reconocimientos de Barack Obama, el presidente demócrata que lo mantuvo en el cargo por un segundo periodo de cuatro años en 2009 cuando llegó al poder.

 

Y no es para menos. Bernanke tuvo que enfrentar la mayor crisis financiera que ha vivido Estados Unidos en las últimas siete décadas, lanzando montones de dinero a la economía para evitar una depresión de largo alcance, mientras que resistía las duras críticas en el Congreso y en los círculos financieros.

 

Y es que su longevo predecesor en el puesto, Alan Greenspan -fue presidente de la FED durante 19 años- se negó sistemáticamente a regular el uso de los derivados con sus riesgos implícitos, que para muchos economistas fue una de las principales causas que hizo estallar la crisis financiera en 2008.

 

En los últimos cuatro años Bernanke y la Reserva Federal decidieron ‘inundar de dinero regalado’ a la economía para estimular la demanda de los consumidores, aminorar los riesgos de impago de los acreedores hipotecarios, y regresar a Estados Unidos a la senda del crecimiento sostenido. Pero ésta decisión no podría ser por mucho tiempo más sin que se generen nuevos riesgos.

 

Así que llegó el momento de disminuir y, en todo caso, retirar los chorros de dinero –llamados ‘estímulos monetarios- que se lanzaron desde la FED para apagar aquel fuego. Aunque todo mundo sabía que ese momento tendría que llegar, el anuncio debería hacerse inteligentemente, sin prisas, y con la sensibilidad suficiente de que no se darán pasos para reducir estos estímulos si no se tienen los suficientes datos económicos que confirmen la buena marcha de la economía. No hacerlo así traería consecuencias nocivas para la frágil recuperación, como un incremento en las tasas de interés de largo plazo.

 

Así lo ha tratado de hacer Bernanke. En mayo pasado durante su comparecencia ante el Congreso envió el primer mensaje sobre su potencial plan de retiro gradual de liquidez. Ayer al finalizar la reunión de dos días del Comité de Mercado Abierto de la FED, en una conferencia Bernanke le puso –por primera vez- fecha al retiro gradual de esas montañas de dinero -hacia el primer semestre de 2014- lo que deja ver su moderado optimismo sobre la marcha de la economía estadounidense aunque aún subsisten algunas dudas sobre la recuperación del mercado laboral. De allí que los miembros de la FED sigan previendo bajas tasas de interés de corto plazo por lo menos hasta 2015.

 

Pero el estimado de un techo al crecimiento económico de 2.6% para el año y de hasta 3.5% para el próximo, insinúa que la FED y Bernanke están más convencidos de que la fortaleza en la recuperación económica se dará hacia finales de este año, a la vez que mejoran los datos del empleo.

 

Si esto ocurre así, Bernanke no solo se irá con una sonrisa a los 60 años de edad como el 14avo presidente de la FED, sino como uno de los más recordados. Aunque la tarea de “limpieza” de aquel incendio en extinción, aún quede pendiente.

 

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