La reacción de los mercados financieros a los resultados electorales del Estado de México es un claro ejemplo de la atención que hay desde estas posiciones a los riesgos que enfrenta este país, no en el Estado de México, menos en Coahuila, Nayarit o Veracruz, sino en la política nacional después de 2018.

 

 

La recuperación tan notable de la paridad del peso frente al dólar, a los mejores niveles del año y comparables con aquellos días previos al inesperado triunfo de Donald Trump, lo podríamos ver como una especie de risa nerviosa de los participantes de este mercado.
Es un respiro de alivio porque ciertamente en el terreno de lo concreto no se cancelará la inversión multimillonaria del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y otras tantas inversiones que hay en marcha en el Estado de México.
Pero también es un revés a la alternativa populista que se había vendido como invencible y que había elegido la elección del Estado de México como un botón de muestra.
Hoy no la tiene tan clara Andrés Manuel López Obrador, y eso provoca reacciones temporales de calma en los mercados.
Porque es un hecho que si como vimos al peso con una recuperación extraordinaria de más de 30 centavos tras conocer los resultados, así lo pudimos haber visto de vuelta en los 20 por uno, si otra hubiera sido la combinación de los votos.
Pero todo esto es temporal; es apenas la fotografía del momento. A los mercados les pesan muchos hechos externos del tamaño de Donald Trump, por ejemplo.
Ahora que ya se desata abiertamente la carrera presidencial, lo que atraerá la atención de los participantes de los mercados será no solamente las reacciones iniciales de López Obrador ante la derrota.
Una movilización callejera postelectoral podría acabar por perjudicarle más de lo que le ayudaría a su derrota en el Estado de México, por la amplitud de diferencia en los votos.
La moderación podría acercarlo más a ciertos grupos de electores, pero una actitud moderada y López Obrador parecen antónimos irreconciliables.
Al mismo tiempo habrá una lupa muy estricta de las firmas de analistas y las calificadoras a ver cuál es el desempeño del gasto público por parte del Gobierno federal. Con un resultado tan cerrado del domingo, crece una tentación de aceitar sus posibilidades electorales de 2018 a punta de billetazos.
No me queda duda de que el principal opositor a un esquema de regreso a la irresponsabilidad presupuestal sería el propio secretario de Hacienda, José Antonio Meade, con toda la presión del Banco de México.
Pero no dudo que habría operadores políticos que después de renovar su credencial para votar insistirían al Presidente para que gaste a manos llenas con miras a 2018.
Así que para los mercados la atención a las cuestiones políticas apenas empieza, y no serán pocos los eventos que alteren a una moneda como la mexicana que ya vive enferma de los nervios gracias a su populista y arrebatado vecino del Norte.