Hay ‘ventanas de oportunidad’ que cuando se presentan no deben ser desaprovechadas porque el costo-beneficio de pasar de largo puede ser muy alto. Es el caso de la economía mexicana que tiene frente a sí una de esas ‘ventanas de oportunidad’.

 

Vamos por pasos.

 

Primero.- El país tiene una reputación ganada de estabilidad económica y de manejo responsable de sus políticas fiscales y monetarias que los inversionistas ven como un ‘piso de confianza’ en coyunturas de crisis como la que hoy enfrenta el mundo. Ante la volatilidad cambiaria global, el manejo con reglas claras, consistentes y preestablecidas de la política cambiaria ha añadido certezas que los inversionistas valoran.

 

Segundo.- Después de la crisis, y durante los últimos 3 años, se ha configurado una perspectiva de crecimiento económico mayor a la media de crecimiento de las últimas dos décadas gracias al comportamiento de la economía estadounidense y, también, a un mayor dinamismo de su mercado interno. Afortunadamente la violencia de los grupos criminales no ha sido factor determinante en ello.

 

Tercero.- Brasil, el principal competidor de México en la región por los capitales productivos y financieros, ha entrado en una etapa de agotamiento del modelo de crecimiento que en 2010 le permitió crecer más de 7%. El dinamismo que la economía brasileña mostró en el pasado por la exportación de materias primas se ha reducido notablemente ante la desaceleración de China y la recesión en Europa. Pero el desafío brasileño va más allá, hacia la calidad de sus políticas públicas y de sus instituciones. Y es que las recientes decisiones fiscales del gobierno brasileño, la injerencia política en el banco central, así como los vaivenes de la economía en los últimos meses, han despertado fuertes suspicacias y críticas de los inversionistas y analistas. Ello se ha traducido en que los inversionistas ya asentados en Brasil busquen diversificarse hacia nuevos destinos en América Latina, entre los que México aparece como el que ofrece mayor confianza, junto a Colombia, Chile y Perú.

 

Cuarto.- La crisis que azota a Europa y la desaceleración de las economías asiáticas ha impulsado verdaderas oleadas de capital hacia mercados emergentes confiables en busca de mayores rentabilidades y aquí México aparece como uno de los candidatos más atractivos en términos relativos.

 

Quinto.- En esta coyuntura México está con el socio correcto. La recuperación económica estadounidense y un consenso bastante amplio de que el desenlace griego y sus potenciales afectaciones a Europa no tendrán impactos considerables sobre los pronósticos de crecimiento en Estados Unidos, fortalecen la posición de México como potencial receptor de inversiones. Lo anterior se refuerza con la política de apertura comercial que ha mantenido y ampliado el país en los últimos años.

 

Sexto.- El costo político del no avance en las reformas hacendaria y energética –puntales para la inversión y el crecimiento económico esperado para el corto y mediano plazos- se ha encarecido notablemente, por lo que su concreción con un nuevo gobierno que asumirá este año, parece ineludible.

 

Todos estos factores están atrayendo capitales al país, pero ahora las ‘ventanas de oportunidad’ requieren de mayor fortaleza del marco jurídico-institucional, de más credibilidad en sus órganos reguladores y de políticas públicas que alienten la inversión y no la estorben. ¿Aprovecharemos estas oportunidades?

 

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