A pesar de que el cadáver de Adolfo Suárez se encuentra tibio, nuevas polémicas sobre su paso por la Transición son detonadas día a día.

 

Pilar Urbano alimenta a la mítica transición española a través de escenarios de complot. No hay mejor forma de engrandecer al cualquier mito que dar luz a los fantasmas que atestiguaron actos heroicos, o si se prefiere, que los evitaron. El rey Juan Carlos moviéndole el piso al hoy “santificado” Adolfo Suárez era imposible de imaginar antes del caso Urdangarin. Así es el tiempo histórico, las crisis ayudan a remover los escombros bajo el amparo de la democracia.

 

En su libro La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el rey prefiere no recordar, publicada por Planeta, Urbano asegura que el general Alfonso Armada, quien fungía como secretario general del rey Juan Carlos, se encargó de convencer al monarca de la inutilidad de Suárez. En el capítulo 3 (en la edición que ofrece el Kindle) escribe: Suárez desconfiaba políticamente de Alfonso Armada y de su influjo, “como un moscón permanente junto a la oreja del Rey”. El entrecomillado refleja las palabras textuales de Adolfo Suárez que dibujaban su pensamiento cuando escuchaba nombrar el nombre del general. Urbano agrega: “Armada era un hombre chapado a la antigua, reacio a los cambios, de mentalidad ultraconservadora y, como militar franquista, más que receloso, abiertamente contrario al cambio de régimen”.

 

El domingo 30 de marzo, el suplemento Crónica del periódico El Mundo publicó una entrevista con Urbano. La escritora asegura que todo lo que escribe embona con la realidad. No hay farsa ni mentiras; tampoco sobrevaloración de los acontecimientos. Cita a sus fuentes: Antonio Navalón, Eduardo Navarro, Jaime Lamo de Espinosa, entre un largo etcétera. Entonces, cómo matizar el siguiente diálogo entre el rey y Suárez:

 

-“Nos la has metido doblada… Alentando a Armada y a tantos otros, jaleándolos, dándoles la razón en sus críticas, diciéndoles lo que querían oír de boca del rey, tú mismo alimentaste el malestar militar. Esta situación la has provocado tú” (quien habla es Adolfo Suárez).

 

-(Quien responde es el rey Juan Carlos) “¿De qué me hablas?… Me estás amenazando, so cabrón. Tú no puedes retirar tu dimisión como presidente… ¿Todavía no te has enterado de que ha sido a ti a quien le han dado el golpe?… Políticamente estás muerto. Tienes que saber poner punto y final a tu propia historia”.

 

En efecto, vale la pena leer la transcripción dos veces para redimensionar el entorno penetrado por ambas figuras, pero en especial, a la del Rey Juan Carlos. El encuentro nada sutil ocurrió el 24 de febrero de 1981, un día después de que los generales ingresaran al Congreso a oficializar el golpe de Estado.

 

En el trasfondo se encuentra la Operación Armada, que consistió no en un golpe de Estado sino “golpe de timón”; los eufemismos son del general Alfonso Armada quien no veía con buenos ojos a la administración de Suárez. Urbano escribe que el Rey no sólo escuchó las recomendaciones de Armada, también fue un operador del propio Armada.

 

Adolfo Suárez Illana, hijo del ex presidente, trata de bajar el polvo que esparció el libro de Urbano. También en El Mundo fue entrevistado por Victoria Prego para reclamarle a Urbano: “Yo no puedo tolerar que con la mano de mi padre se le pegue una bofetada al rey, yo no puedo aceptar la loa hacia mi padre cuando esa loa es para alzarle luego en contra del rey (…) jamás en mi vida he oído absolutamente nada que pueda asemejarse a lo que estoy viendo, leyendo y escuchando de Pilar Urbano” (6 de abril).

 

En la edición del 7 de abril, El Mundo publicó copias de manuscritos del entonces presidente Suárez, en uno de ellos se lee: ¿A quién beneficia esta situación?, para luego responder:

 

-¡A UCD no! (el partido al que pertenecía Suárez).

 

-Beneficia al PSOE (el partido de Felipe González).

 

-Beneficia a A. Popular (Alianza Popular, formado por ex jerarcas franquistas, hoy convertido en Partido Popular -PP-).

 

En efecto, de acuerdo con la estructura orgánica propuesta en la Operación Armada, si el cargo de presidente lo ocuparía el general Armada, el vicepresidente sería Felipe González. Armada, de acuerdo con Urbano, tenía contactos con políticos de todos los partidos.

 

El hijo del ex presidente asegura que la renuncia de su padre a la presidencia estuvo acordada con el Rey y en ella no se encuentran vínculos con la posibilidad de un golpe militar.

 

Como se puede ver, dos tesis se confrontan. ¿Qué fue realmente lo que ocurrió? ¿Es el rey el verdadero motor de la democracia española o un individuo que maltrató a Suarez?