La semana pasada, un tuit escandalizó a los seguidores de Depeche Mode y dio un nuevo motivo de burla para los miembros del programa de radio “El Triste Turno” de Ibero 90.9: “te gustó en nuevo Alfaestreno de The Peche Mode? Llámanos a cabina y vota por él” (sic).

 

Esta fue la más reciente tropelía de una estación que, desde que salió al aire, ha estado en la polémica juvenil por plástica y vacía. No obstante, desde el día uno, siempre ha tenido grandes números de rating.

 

Alfa Radio comenzó luego de que Carlos Amador -sí, el mismo que, junto con sus hermanos, creara la famosa ‘Tele-Guía-‘ e impulsara a la Familia Telerín- desistiera de continuar con la idea primigenia de tener en FM a la hora exacta o de crear una teleguía radiofónica. Amador, entonces, se asoció con la familia Serna, que eran los dueños de la mítica Radio Programas de México.

 

RPM era reconocida por proporcionar servicios en el interior del país para estaciones que retransmitían programas como “Kalimán” y la entrañable “La Tremenda Corte” pero, además, en esos años comenzaba el crecimiento metropolitano de su producto estelar: “Monitor” de José Gutiérrez Vivó.

 

Para esos años 80, el boom de la radio juvenil metropolitana estaba en su apogeo. Rock 101 consolidaba a Luis Gerardo, Dominique, Jaime y Lynn, mientras que W tenía a su triada de Alejandro, Martín y Charo.

 

Entonces, RPM creó Alfa Radio, estación que, en un inicio, sólo tocaba música de mujeres e, incluso, sólo tenía locutoras. Nombres como Luisa Carrandi y Martha Debayle comenzaron en ese 91.3.

 

De hecho, Debayle fue pirateada por González Iñárritu para W y, sí, desde entonces decía “Billy yol” y “Daivid Bawi”.

 

Con el tiempo, Alfa cambio de locutores y programación. Pasó de las mujeres al top 40, del top 40 a la música punchis-punchis y del dance al top 40 de nuevo.

 

Con la compra por parte de Grupo Radio Centro a RPM de sus tres estaciones capitalinas, la atención sobre los formatos se centró en Gutiérrez Vivó y sus pleitos con la familia Aguirre. Sin embargo, Alfa sufriría una transformación silenciosa.

 

Aunque la música siguió dirigida hacia la audiencia juvenil, los contenidos se frivolizaron aún más. Se eliminó la parte noticiosa -escasa pero existente- y los locutores fueron más reservados. Además de Carrandi, pasaron por ahí Fernando Martínez y Daniel Salazar, entre otros.

 

Hace unos tres años, la estación volvió a girar. Radio Centro contrató a Antonio Esquinca, locutor estrella hasta entonces de Mix -de la ACIR de los Ibarra- quien, por lo pronto, adquirió un jugoso sueldo y la gerencia de la estación.

 

Desde entonces, el 91.3 tiene dos características principales: una programación más orientada hacia el adulto contemporáneo, aquel que aún prefiere la radio por sobre Spotify o las descargas digitales y, por supuesto, un discurso oligofrénico por parte de sus locutores que, sin importar hora o día de la semana, viven en felicidad y bonhomía permanente.

 

Puede ser molesto para algunos el formato, pero es un hecho que funciona. Los ratings de Alfa están en su mejor momento desde hace años y, por lo pronto, la figura de Esquinca ha crecido a niveles de otras figuras consagradas de la empresa de la familia Aguirre, como Mariano Osorio o Gabriel Roa.

 

Ese éxito hace a Alfa susceptible de crítica y mofas por cada error que cometen; más cuando son tan evidentes como contratar a un becario que lleve la cuenta de Twitter y escriba “The Peche Mode” para disparar la burla cibernética.

 

O, en una de esas, eso buscaban. Que habláramos de ellos.

 

Bien o mal, pero que se construya esa muchedumbre que reacciona al son del señor Esquinca.

 

Como para meter una onomatopeya de asombro…