Esta semana, el INEGI publicará los datos de la inflación al cierre de la primera quincena de este agosto.

 

No será un dato muy halagüeño porque incluirá el segundo gasolinazo consecutivo y muchas más repercusiones del traspaso de la devaluación a los precios.

 

La primera quincena de agosto suele incluir además los primeros aumentos a las colegiaturas. Habitualmente las preparatorias y universidades reflejan sus incrementos durante este mes, mientras que preescolar, primarias y secundarias contabilizan el incremento a partir de septiembre.

 

Siempre los promedios ayudan y la inflación general se mantendrá previsiblemente por debajo de 3% al momento de anualizarla.

 

Hay que recordar que lo que habitualmente llamamos inflación es un promedio de una canasta muy amplia de precios que se levantan a todo lo largo y ancho del país. Hay una ponderación dependiendo su demanda, pero al final es un mundo de productos y ciudades que nos arrojan el Índice Nacional de Precios al Consumidor.

 

Es un aproximado que nos da una idea, pero no una certeza de cómo este fenómeno nos afecta en nuestras finanzas personales. No compra lo mismo en estos días un padre de familia que enfrenta el regreso a clases que un jubilado o un joven profesionista soltero.

 

Le vendrían muy bien al INEGI algunos subíndices más orientados a determinados niveles socioeconómicos urbanos. Ahí veríamos inflaciones que podrían estar cerca de los dos dígitos en algunos momentos determinados.

 

Pero en fin, el tema es que la inflación de la primera quincena de este mes estará impactada por esos aumentos. Sin embargo, el desquite viene para la segunda quincena.

 

Por allá del 8 de septiembre, día en que, por cierto, conoceremos la propuesta económica del Gobierno Federal para 2017, tendremos referencia de un dato inflacionario que va a resultar histórico por bajo.

 

La disminución en el precio del gas LP a partir de la semana pasada se contabilizará en esta quincena que corre y 10% que bajaron los costos de este combustible será algo que se le note a esa inflación general.

 

No le toca al INEGI dar las razones de este decremento; no nos va a explicar en el comunicado de inflación que gracias a un jalón de orejas del gobierno bajó la inflación, pero ayudará a apaciguar los ánimos de halcones de algunos banqueros centrales del Banco de México.

 

Mientras menos presiones haya a la inflación, con todo y la marcada depreciación del peso, menos razones habrá para aumentar las tasas de interés. Eso ayuda a dejar ese instrumento monetario útil para lo que viene cuando la Reserva Federal de Estados Unidos reinicie el proceso de alza del costo del dinero, que al parecer será este mismo año.

 

Ojalá que la previsible baja inflación de la segunda quincena de este mes no sea una invitación para que desde el Gobierno federal nos receten un aumento de precios como las gasolinas.