MOSCÚ. El fracaso consecutivo de dos cohetes ha asestado a Rusia uno de los peores reveses a su industria espacial desde la desintegración del imperio soviético, en una situación que afecta tanto el orgullo nacional como las finanzas.

 

Los contratiempos amenazan la posición rusa en el mercado espacial multimillonario, en el que representa 40% y socava los esfuerzos del presidente Vladimir Putin por elevar el prestigio nacional ante el mundo.

 

La competencia por los lucrativos contratos de satélites comerciales se intensifica con la presencia de empresas estadunidenses, europeas, chinas e indias ansiosas por expandir su presencia. El viceprimer ministro Dmitry Rogozin advirtió esta semana que Rusia podría perder su porcentaje en el mercado si no soluciona pronto sus problemas.

 

Funcionarios del gobierno y expertos coinciden en que las recientes fallas de los cohetes impulsores se deben a una declinación paulatina en los niveles de producción y la supervisión ineficiente de los constructores de los cohetes controlados por el Estado, pero varían las opiniones acerca de la posible solución.

 

Para peor, los trabajadores que construyen la nueva plataforma de lanzamiento Vostochny en la región oriental de Amur (que sustituirá a la Baikonur) hicieron huelga de hambre el mes pasado y apelaron directamente a Putin quejándose de que les deben meses de sueldo. El director de una compañía de construcción controlada por el Estado y tres subcontratistas han sido arrestados en ese caso.

 

El Kremlin ha ofrecido otro plan para la reorganización de la industria, que ha sido sometida a varias reestructuraciones en los últimos años. Un proyecto presidencial que recibió aprobación preliminar en la cámara baja esta semana reúne todo el aparato espacial nacional en una enorme corporación comercial controlada por el Estado.

 

En un discurso a los legisladores, Ragozin afirmó que la reforma propuesta era esencial para establecer un control estricto sobre el flujo del dinero, reducir los costos de producción y desarraigar la corrupción. Admitió que las industrias espaciales estadunidenses son ahora nueve veces más eficientes que la industria espacial rusa.

 

Sin embargo, los críticos advierten que las corporaciones estatales gigantescas creadas durante los 15 años de Putin en el gobierno no han sido precisamente exitosas. Sostienen que esos conglomerados estatales son mal administrados, ineficientes y afectados por la corrupción.

 

Ragozin dijo que una investigación reciente sobre las actividades de la compañía Khrunichev, fabricante del cohete impulsor Proton, reveló numerosos casos de fraude, abuso del cargo y falsificación de documentos, lo que produjo pérdidas por más de 180 millones de dólares.

 

“Con tal degradación en la dirección, no es de sorprender un alto número de accidentes”, afirmó

 

El Cosmódromo Vostochni es un buen ejemplo de la situación de caos en la que vive la industria espacial rusa. Está llamado a sustituir el de Baikonur, en Kazajistán, el que se utiliza ahora para todos los lanzamientos rusos de la Soyuz o el cohete Proton. Vostochni permitirá a Rusia dejar de depender de Kazajistán y reducir costes. Debería estar finalizado en 2018 y costar unos dos mil 400 millones de dólares, pero los retrasos y la corrupción de las compañías constructoras están convirtiendo el proyecto en una pesadilla.

 

El año pasado, por ejemplo, el responsable de la construcción del cosmódromo fue arrestado acusado de robar millones del proyecto.