No cabe duda que hay quien nunca le encontrará el lado bueno, incluso, a las mejores noticias.

 

El descubrimiento de un inmenso yacimiento de petróleo frente a costas de Tabasco es algo extraordinario que da la razón a los que apoyaron la reforma energética.

 

Los que no encuentran ya cómo desprestigiar los cambios importantes en el sector energético dicen, de entrada, que no tiene chiste encontrar petróleo cuando el primer barril de crudo lo van a extraer hasta el año 2020.

 

Además de que esa fecha no es tan lejana, la realidad es que para los primeros años de la siguiente década ese yacimiento conocido como Zama 1 estará en condiciones de producir 100 mil barriles diarios, ante una reserva que podría alcanzar los dos mil millones de barriles de un crudo semiligero.

 

Es un solo campo que aumentaría en más de 5% la producción nacional total.

 

El siguiente desgarre de vestiduras de los que prometen echar para atrás la reforma energética tan pronto como brinquen al poder es que nuestro petróleo se lo van a llevar los extranjeros.

 

En alguna parte de las viejas generaciones queda la idea de que el petróleo nos pertenece a todos los mexicanos, aunque siempre nos hayan cobrado la gasolina y nunca nos hayan dado dividendos en aquellos años cuando Pemex tenía ganancias.

 

Más allá de la mala concepción fijada con taladro en el imaginario colectivo, este descubrimiento del consorcio ganador donde participan una empresa mexicana, una estadounidense y una inglesa permitirá que el Estado mexicano obtenga una utilidad de 69 centavos de cada dólar que produzca.

 

Es un negocio, pues donde el concesionario debe pagar 70% para quedarse con 30% y aun así hacer un gran negocio.

 

Zama 1 es de los primeros éxitos de la reforma energética en materia petrolera. Un resultado que además fue sorprendente por la cantidad de petróleo que se encontró.

 

No es descartable que otros consorcios que resultaron adjudicados en las diferentes rondas puedan reportar hallazgos importantes, imposible saber si a este nivel histórico como Zama 1, pero resulta predecible que a la vuelta de cinco años, México recupere e, incluso, supere sus niveles de producción.

 

Sin embargo, es muy difícil que esta noticia les sea realmente de utilidad a los promotores de la reforma porque no será tangible. Sobre todo porque en la actualidad este país vive una crisis de producción, Pemex no ha superado sus problemas financieros y, de paso, los escándalos de corrupción tampoco contribuyen a hacer lucir los resultados de la reforma energética.

 

No es tanto un problema que el gobierno actual no alcance a lucir los buenos resultados, porque eso les afecta solamente en el terreno electoral. El riesgo real es que si ese país gira hacia el populismo y las opciones autodestructivas que se perfilan para 2018, podrían realmente poner en peligro una de las reformas más importantes, incomprendidas y exitosas que habrá de tener esta nación en su historia.

 

caem