Hablar de una mochila quizás no tenga relevancia. La mochila es ese objeto casi asociado de manera indivisible a nuestros niños cuando acuden a sus aulas. En los tiempos actuales el que una mochila sea segura es una manera de identificar que un joven llega a su espacio académico o domiciliario de manera libre, ajeno a riesgo alguno, porque es así como todos debemos y merecemos sentirnos. En esa mochila, en ocasiones, habría objetos que podrían ser usados para generar violencia y agresiones, tal es el caso de tijeras, navajas o sustancias tóxicas, enervantes, solventes y, en el peor de los casos, hasta un arma de fuego.

 
Existieron debates sobre si revisar una mochila atentaba contra la privacidad de los jóvenes e individuos; hoy tenemos que entender que no debemos escatimar ni un gramo de atención para preservar y salvaguardar la integridad de nuestros niños. Nadie hubiera imaginado un atentado como sucedió hace unos meses en Monterrey, en el que un alumno disparó contra sus compañeros y maestra. Asimismo, tampoco podemos olvidar a la madre que hace unas semanas arrojó a su propio hijo a las vías del Metro o de aquellos padres que mantenían amarrado a su hijo en el trasfondo de una tintorería y quien fue víctima de vejaciones.

 
Hoy, el mundo contemporáneo, además de moderno, es convulso en algunas expresiones sociales; temas como la pederastia y la pornografía infantil son la peor expresión de deformidad de la conducta social. Por eso decir que una mochila es segura es sinónimo de que el niño poseedor de esa mochila estará a salvo y sus compañeros también. Gracias a la atención de los padres, los maestros y las autoridades encargadas de la seguridad, el Programa Mochila Segura es en el fondo una noble y responsable expresión de las autoridades por cuidar de nuestra infancia ante los riesgos delincuenciales.

 

 
El día 30 de abril se celebra a los niños. Para la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, esa fecha fue de gran relevancia porque son los niños el principal objeto de atención y cuidado en el quehacer de la seguridad, sino para qué se recupera un parque o un espacio público si no es para que sea utilizado por los infantes; o para qué se detiene y combate a la delincuencia, si no es para dar paz y seguridad a nuestros niños y sus familias.

 

Adicionalmente, fue también para la secretaría una oportunidad de celebrar a los hijos de los policías, de aquéllos que de cuyos hijos se tienen que alejar por servir a una ciudad en horarios y niveles de riesgo que les impiden estar con toda normalidad al frente de una familia. Durante el fin de semana que pasó celebramos a los hijos de los policías, apostamos por la nobleza de mujeres y hombres que se reúnen en ese día para festejar a los suyos, de manera honesta, cabal, porque son valores solidarios y familiares. Es por ello que en el Instituto Técnico de Formación Policial tuvimos la presencia de aproximadamente 30 mil asistentes, quienes alrededor de juegos, inflables y música fusionaron al policía hombre o mujer con los suyos, con la institución y con la sociedad a la que sirven cada día.

 
El reto de combatir la delincuencia es generar un equilibrio social. No es menor que en el Día del Niño, en las celebraciones institucionales o en los programas y operativos como Mochila Segura, Sendero Escolar Seguro, Por Tu Familia Desarme Voluntario, Patrullajes de Ciberdelincuencia o cualquier otra acción, siempre se tenga en mente el correcto y normal desarrollo de los menores y la felicidad en su devenir cotidiano, todo ello como un diseño permanente y eje de política pública en materia de seguridad.

 

 
La policía, en defensa de la sociedad.