La verdad es que la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) ha jugado muy mal con sus expectativas sobre cómo salir de ese plan de rescate monetario que se implementó desde la gran recesión de 2008.

 

Ya se antojaba una jugada muy arriesgada intentar levantar la economía estadunidense desde el terreno de la emisión de dinero y sus costos.

 

Con la puerta fiscal cerrada por los grandes desequilibrios presupuestales y el fuerte incremento de la deuda, los banqueros centrales de la Fed no sólo llevaron la tasa de interés a niveles de cero, sino que también pusieron a funcionar a toda velocidad la fábrica de dólares e inundaron los mercados a través de los planes de hiperliquidez.

 

Hay que aceptar que esas políticas tan heterodoxas de la Fed en tiempos de Ben Bernanke funcionaron de manera excepcional. No sólo se recuperó la economía estadunidense desde los niveles recesivos que presentó, sino que también permitió a la administración de Barack Obama emprender una corrección fiscal, frenada por los republicanos desde el Congreso, tan sólo con la pura dinámica económica lograda.

 

Pero todos sabían, desde un principio, que una cosa era lograr que funcionara el rescate desde la política monetaria y otra muy diferente, desacelerar esa enorme maquinaria, que mal manejada puede provocar problemas tan graves como inflaciones descontroladas.

 

Si la economía crece y no se controla el costo del dinero, se generaría una crisis peor a la que consiguieron revertir, porque el monstruo inflacionario es despiadado para la población.

 

El plan original era contar con datos contundentes de recuperación y entonces regresar a la prudencia en la impresión de dólares y a un costo del dinero en niveles neutrales, esto es, similares a la inflación

 

Lo que no se previó es que fuera tan titubeante la recuperación y, por lo tanto, que se volvieran igual de titubeantes las decisiones de los banqueros centrales. Esto ha generado un estrés y una tensión financiera tales que hay consecuencias negativas para el mundo entero.

 

La incertidumbre de qué ocurrirá con la política monetaria, la falta de claridad en los pasos a seguir y los datos contrastantes de la economía estadunidense han dejado secuelas, especialmente en los mercados que por años fueron receptores de toda esa liquidez inducida.

 

Hay efectos colaterales por la falta de claridad de la Fed más que del cuartito de punto que apenas ha elevado la tasa de interés desde el cero absoluto que alcanzaron.

 

Ha habido una gran impericia para comunicar la estrategia, sobre todo porque le han incorporado y retirado factores como la situación de China y la Gran Bretaña.

 

A la vuelta de los años hemos visto cómo hay daños financieros mundiales, no por los efectos secundarios del regreso de la neutralidad monetaria de Estados Unidos, sino por la manera como estos enfermeros de la Fed han manipulado la jeringa con la medicina. Espantan al enfermo con que ahí viene el remedio y le muestran una enorme aguja monetaria que simplemente no acaban de usar.