La respuesta número uno de los analistas que consulta el Banco de México cuando les preguntan sobre los factores que pueden frenar el desarrollo es la inseguridad pública, ésa de la que muy pocos se salvan.

 

Los niveles de violencia, impunidad, impericia y complicidad de las autoridades, las reformas penales fallidas, el crimen común y el organizado, en fin.

 

Los altísimos niveles de criminalidad en este país han homologado a las autoridades de todos los niveles en el mismo puesto: en el de los incompetentes. Y ahí no hay partido político que se salve.

 

Por eso el tema de la inseguridad pública los hace iguales a todos: ineptos. Y salvo que algún partido se aviente la osadía de postular a un general como candidato a la Presidencia, la verdad es que este fenómeno de la impunidad y violencia no será un diferenciador entre los aspirantes presidenciales. Nadie puede lanzar esa primera piedra.

 

Más bien será la economía la que los haga verse diferentes.

 

Hay amplios sectores poblacionales, con baja preparación educativa, que sí creen que un solo hombre será capaz de acabar con la corrupción, aunque probadamente muchos de sus colaboradores sean corruptos.

 

Hay quien cree que vendiendo el avión presidencial se puede acabar con la pobreza y que a través de repartir bendiciones se puede conseguir la felicidad nacional. Con esas personas tan crédulas hay poco que hacer en el terreno de las ideas y el sentido común.

 

Pero a los que puedan dimensionar lo que implica que en estos momentos México requiere miles de millones de pesos para la reconstrucción. Para los que alcanzan a ver que si se termina el Tratado de Libre Comercio de América del Norte se requerirá gente con talento para rediseñar todo un esquema comercial nacional. Para ellos el tema es la economía.

 

Puede ser más para iniciados entender el valor de que las finanzas públicas hayan comenzado un proceso de corrección tan notable y que la deuda pública esté de vuelta por debajo de 50% del Producto Interno Bruto. Son valores que no son tan sencillos de comprender.

 

Tampoco puede hacer mucho sentido a una gran mayoría que el Fondo Monetario Internacional haya mejorado dos centésimas su expectativa de crecimiento de la economía mexicana para este año, y mucho menos que la firma calificadora Fitch Ratings haya hecho lo mismo, con todo el beneficio que ello implica para la calificación de la deuda.

 

Del mantenimiento de un buen desempeño económico depende mucho de lo que habrá de ocurrir con este país en los años por venir, por eso las campañas y sobre todo la elección presidencial debería tener eso como fundamento.

 

Y para lo demás, tan importante como la falta de Estado de derecho, con tintes de Estado fallido, hace falta que una vez pasado el proceso electoral, los ganadores se pongan de acuerdo en el Congreso con una agenda común y urgente ante quien sin ganar elecciones va ganando la partida, y ésa es la criminalidad.

 

 

caem