En verdad, la realidad en México es escandalosa y lo peor del caso es que el estado de cosas es producto de gobiernos corruptos e ineficientes, pero también de una oposición simuladora y una sociedad complaciente que no castiga a quienes la defraudan desde la autoridad, los partidos y las organizaciones civiles.

 

El caso de Yndira Sandoval, por ejemplo, y muchos más sucesos de los que nos quejamos y que ocupan muchas páginas en periódicos, portales de Internet y minutos en radio y televisión tienen como común denominador el mexicanísimo ejercicio de la doble moral y un profundo desprecio por la ley y la verdad.

 

Por ejemplo, hasta ayer Yndira Sandoval no había ratificado su denuncia por la supuesta violación de la que habría sido víctima a manos de mujeres policías del municipio de Tlapa, Guerrero.

 

Ahí comienzan los problemas, pues precisamente una de las principales acciones que establecen los protocolos de defensa de derechos humanos para evitar la impunidad es precisamente realizar denuncias formales de los agravios y abusos cometidos por las autoridades, cosa rara tratándose de una activista y defensora de las garantías individuales, pero que hace coherencia con la versión de su supuesta atacante, la policía Claudia Juárez, quien relató que la también militante perredista, en actitud totalmente prepotente, como consta en videos que subieron a las redes sociales, totalmente borracha humilló, insultó y amenazó a los agentes que la detuvieron por un conflicto con el pago de servicios en un sanatorio.

 

Pero las distorsiones llegan más allá, pues a pesar de la evidencias, organizaciones no gubernamentales, en su mayoría cercanas al PRDMorena y Andrés Manuel López Obrador ya declararon culpable a la mujer policía y gritan que “a Yndira la violó el Estado”, sin que un hecho tan controvertido como éste se haya esclarecido por completo, aportando al escándalo público, pero despreciando el Estado de Derecho, que dicen y exigen se respete y dejando todo en las manos de la percepción mediática lanzando acusaciones en una conferencia de prensa y en una ola de consignas en las redes sociales.

 

¿Dónde queda el derecho a la presunción de inocencia de la mujer policía acusada?, ¿por qué Yndira no ratifica su denuncia para que sus supuestos agresores sean castigados?, ¿cuáles son las razones que mueven a las ONG a tomar partido en un caso en que la versión de Yndira se ve comprometida?, ¿tiene algo que ver en que Yndira ha sido funcionaria del Gobierno del Distrito Federal y cercanísima a Claudia Sheinbaum?

 

El caso es que, por desgracia, en los gobiernos, los partidos y las organizaciones civiles los valores de respeto a la ley y las personas no están por encima de la complicidad y el encubrimiento, es por eso que no importa de qué partido vengan, o si su origen es “ciudadano”; los gobernantes de todos los colores no responden a las verdaderas necesidades de los mexicanos y únicamente trabajan para favorecer los intereses de sus grupos y de ahí al amiguismo, al compadrazgo, al nepotismo y la corrupción criminal sólo hay un paso.

 

Aquí todos quieren que se haga “la voluntad de Dios, pero en las mulas de mi compadre”, ése es el problema y no es exclusivo de los políticos o de los activistas; así funcionamos todos y por eso tenemos este país del que nos quejamos día a día, pero no ayudamos a rescatar.

 

 

caem