Hablar de la Juventus es hacerlo de la primera familia realmente millonaria que decidió poner su dinero en un equipo de futbol. Nuestro deporte apenas empezaba a convertirse en espectáculo (demasiado faltaba para que tornara en negocio y, como ahora, en industria), por lo que, de alguna forma, los Agnelli fueron unos pioneros en los años veinte del siglo pasado.

 

Turín se elevaba, de la mano de sus inversiones, a meca automotriz. Empleos y diversión se asociaban a ellos: entre semana se trabajaba en la planta de Fiat y el sábado se acudía al estadio a ver a la Juve; lo que se cobraba gracias al sudor, se devolvía en esa devoción por el balón.

 

Al paso del tiempo, continuó siendo un asunto de familia tan arraigado, que las viejas pugnas e intrigas atribuidas a Médicis y Borgias, se trasladó a los Agnelli, en rivalidad con otros magnates como los Moratti del Inter o, más tarde, los Berlusconi del Milán. Tras años de sospechas, a mediados de la década pasada los interistas pudieron clamar que su paranoia tenía fundamento: la Juventus era penalizada con el descenso al descubrirse un enramado que decidía que árbitros pitarían cada partido.

 

Detrás quedaba el equipo por el que pasaron John Charles, Giampiero Boniperti, Omar Sívori, Gaetano Scirea, Dino Zoff, Antonio Cabrini, Giuseppe Furino, Roberto Bettega, Claudio Gentile, Michel Platini, Roberto Baggio, Gianluca Vialli, Didier Deschamps, ZInedine Zidane, Alex del Piero y Gigi Buffon que decidieron quedarse para devolver a la Serie A ese barco. Demasiadas estrellas, pero por difícil que sea creerlo, muy pocos títulos europeos: para tamaño historial, apenas dos. Uno marcado por la tragedia de Heysel que lo precedió en 1985 (39 fallecidos); el otro 11 años después, en penales ante el Ajax. De ahí en fuera, nadie ha perdido más finales de Champions: hasta seis, incluidas las últimas cuatro.

 

¿Cómo un equipo tan triunfador en su tierra, puede cargar con un estigma tan perdedor fuera de ella? Reflexión que al plantel actual, tan vasto en oficio y convicción, tan equilibrado y sólido, poco atormenta.

 

Para entender el trabajo de ese plantel, basta con decir que en casi todos los momios aparece con opciones de corona muy cercanas a las del Madrid, aunque en términos estrictos, acaso no más de tres de sus elementos serían titulares en la constelación merengue: a mi humilde juicio, Buffon, Bonucci y Dybala, quizá Dani Alves.

 

Eso resume todo en un proyecto del que se bajó el DT Antonio Conte tres años atrás, por no ver perspectivas de competir internacionalmente; pues bien, desde entonces han llegado dos veces a la final de la Liga de Campeones.

 

En el palco estará la tercera generación Agnelli que preside a la institución. Nieto de Edoardo quien inició la historia en los años veinte, sobrino de Gianni quien llevó después a la Juve a otra dimensión, Andrea Agnelli es el protagonista en los despachos del retorno de ese gigante.

 

En Italia acumula hoy lo que nadie antes: seis ligas consecutivas. Su misión es esa Europa que tanto se ha resistido y negado a sus antepasados.

 

Twitter/albertolati

 

aarl

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