Prácticamente de lo único que se va a hablar durante este fin de semana es del Super Bowl 50, mismo que podría significar el último juego en la brillante trayectoria de Peyton Manning, sobre todo si sus Broncos de Denver ganan el campeonato. Pero también de lo que se está hablando es de lo que será el espectáculo de medio tiempo del partido, el cual en los últimos años se ha convertido en un evento casi del mismo tamaño que el juego mismo, sobre todo por el nivel de los artistas que se han presentado en el mismo.

SB XLVI - Madonna

 

Y es que dicho show se ha convertido en el mayor escaparate que puede tener cualquier artista, pues es visto, al menos, pormás de 100 millones de personas de un solo jalón, razón por la cual los grupos o estrellas de moda quieren estar ahí. El año pasado la californiana Katy Perry presentó un multicolorido show que registró una audiencia de casi 120 millones de televidentes, imponiendo una nueva marca.

 

En esta ocasión, el reto de superar dicha marca recae en las manos de Coldplay, que recién hace un par de meses lanzaron su nuevo disco, A Head Full of Dreams, y que supuestamente sería el último de la agrupación británica liderada por Chris Martin. El problema para ellos es que en años recientes Martin y compañía han ido perdiendo adeptos por dedicarse más al pop tradicional qué al sonido que los caracterizó en sus primeros álbumes, así como sus colaboraciones con celebridades como Rihanna o Beyoncé, a quien tendrán como invitada especial.

 

Más allá de lo que vaya a ser la presentación de Coldplay y lo que es el show del medio tiempo, los ojos de muchísimas personas van a estar puestos en si dicho show va a tener controversia. Y es que desde que Janet Jackson y Justin Timberlake protagonizaron el famoso “nipplegate”, en el que una “falla en el vestuario” provocó que quedará expuesto un seno (con todo y piercing) de la hermana del Rey del Pop, esos 15-20 minutos de descanso para los equipos han sido motivo de polémica en varias ocasiones, e incluso hasta se ha llegado a publicar que se trata de un espectáculo patrocinado por los Illuminati.

 

De esto último se ha publicado la teoría conspiracionista de que los shows tanto de Madonna, como de Beyoncé, Bruno Mars y Katy Perry han estado llenos de simbología y ritos satánicos ocultos. Desde que Madonna apareció en su show ataviada como una deidad malvada, hasta que Beyoncé fue poseída durante su intervención, hay decenas de artículos que han querido ver en el show del medio tiempo situaciones más allá de lo normal.

 

Aunque quizá las críticas mayores no han venido de los conspiracionistas, sino de los fans del rock a los que se les ha retorcido el estómago luego de ver fusiones rarísimas como la de Sting cantando a dúo con Gwen Stefani y No Doubt; a Fergie y sus Black Eyed Peas cantando una extrañísima versión de ‘Sweet Child O’ Mine’ con todo y Slash; o a Steven Tyler y Aerosmith haciendo dueto con Britney Spears y N’Sync. Todo sea por el rating.

 

También las “buenas conciencias” (a final de cuentas se supone que el Super Bowl es un evento familiar, ¿no?) estarán atentas a ver si no existe otra aparición de pezón como el de Jackson; el “middle finger” qué enseño M.I.A. a todo el mundo; a Prince usando su guitarra cual si fuera extensión de sus genitales; o a los New Kids on The Block cantando acerca de tener sexo multitudinario enfrente de menores de edad.

 

Eso es lo que pasa cuando la NFL, en su intento de captar audiencia de diversas edades y gustos, junta a estilos diferentes en presentaciones que acaban siendo un desastre. Con la presencia de Beyoncé junto a Coldplay este año, dicha tendencia no parece que se vaya a revertir. Ojalá Martin y compañía demuestren lo contrario…