El fin de semana pasado llegó la hora de vivir las 24 horas de Le Mans, donde estuve gracias a la invitación de Audi de México para vivir lo que con seguridad puedo llamar las 24 horas más crueles e impactantes de la historia.

 

Si hay algo que me atrapa de esta carrera es la estrategia que hay detrás, el trabajo en equipo que aunque existe en todos los campeonatos aquí se siente intensamente. Son 24 horas pasadas por hambre, sueño, agua. Esta carrera me gusta porque –guardando toda proporción– los pilotos y los asistentes pasan por las mismas situaciones.

 

En Le Mans se caía el cielo y parecía que lo más resistente de la carrera iba a ser la lluvia que hizo que el safety car se llevará más de los primeros 10 minutos de la carrera; lo bueno es que así pudimos ver al poderoso R8, uno de los autos más bonitos e imponentes del mundo.

 

Las horas se fueron sumando una a una, equipos adelantaban, otros trompeaban por ahí. Mientras seguíamos la carrera, el tiempo comenzó a cobrar víctimas a su paso: a unos porque les dio sueño, a otros porque les dio sed de la mala, ya saben, esa que no se quita con agüita de Jamaica.

 

Nos dieron las 10 y las 11 y luego la 1 las 2 y las 3 y juntitos al amanecer nos encontró la luna… Ok, no, exageré, pero sí nos dieron casi las tres de la tarde y pensábamos que todo estaba decidido. Audi, por primera vez desde 1999 –año en que su historia en Le Mans comenzó– no iba a subir al podio. A Toyota por fin se le iba a hacer el milagrito llevándose el primero y terceros lugares y Porsche se conformaría con el segundo.

 

Dicen que si quieres hacer reír a Dios le cuentes tus planes, y hacia el final todo cambio. Tras una carrera perfecta, Toyota se convirtió en el Cruz Azul de las 24 horas de Le Mans y faltando tres minutos para terminar tuvo que abandonar la carrera porque, según se escucha en la grabación, “se les fue el power”.

 

Porsche logró el primer lugar, Toyota quedó en segundo  y AudiSport, que había tenido la peor suerte y estaba ya sin esperanzas, subió al tercer lugar… ¿Será que aquí, como en el fútbol, Europa también es para los europeos? Pobre Toyota, deja que las 24 horas de Le Mans se vayan, si son tuyas regresarán, si no, nunca lo fueron.