Es desesperanzador ver cómo en términos generales la cultura cívica en la Ciudad de México nada más no existe. Y más desolador resulta constatar cómo la llamada Ley de Cultura Cívica es letra muerta en todos sentidos.

 

Es cotidiano atestiguar en las calles del Distrito Federal cómo los conductores -ya sea uno de las Lomas de Chapultepec, uno de alguna colonia popular o un taxista- nos permitimos multitud de infracciones al día ante la mirada contemplativa de la policía, o simplemente no tienen el mínimo respeto hacia los transeúntes o ciclistas, quienes, en muchos casos, tampoco tienen una óptima educación cívica.

 

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Pero lo que resulta altamente vomitivo es que el Gobierno capitalino no se ‘eche la mano’ metiendo en cintura el ejercicio de los delegados a través de iniciativas alineadas a las tendencias mundiales y que, en principio atenuarían la percepción de alta corrupción y robo por parte de estos funcionarios y, además tendrían un efecto muy positivo en la percepción pública.

 

México no tiene el monopolio de la corrupción, pero hoy es más claro que nunca que sí tiene el premio al cinismo e impunidad. Los vecinos de colonias como San Ángel, Campestre, San Ángel Inn, Tlacopac o Santa Fe -todas en Álvaro Obregón- pagan altísimas cuotas de predial y, paradójicamente, no reportan un retorno mínimamente proporcional por parte de la demarcación.

 

Las banquetas destruidas y abandonadas son, sin duda, de las más peligrosas de la ciudad. Las áreas verdes son zonas áridas y polvosas (excepto en temporada de lluvias gracias a la hierba silvestre). Las tradicionales calles empedradas están destruidas, las paredes de mucha propiedad privada y pública grafiteadas por el vandalismo fomentado por la impunidad.

 

Ante ese escenario me pregunto ¿por qué el Gobierno no propone que, quien así lo desee, arregle su banqueta o mantenga un prado público con su propio dinero el cual le sería descontado de su cuota de predial? O ¿por qué no abrir la opción a las asociaciones de colonos a proponer proyectos de alto impacto social y de fomento al arte bajo un esquema alternativo de fondeo?

 

San Ángel cuenta con plazas tradicionales como la de San Jacinto, la cual da albergue al Jardín del Arte, pues ese parque bohemio y cultural que está justo frente al Ex Convento del Carmen no cuenta con mantenimiento de la delegación para hacer de ese lugar un verdadero nodo de convivencia social para toda la Ciudad.

 

Habrá que preguntarles a los propietarios de los predios donde se ubican los restaurantes del Círculo San Ángel o el Saks cuánto pagan de predial y a ver si ese monto corresponde o no a los servicios que el Gobierno del DF entrega (tolerando además la venta ilegal de comida y ambulantaje).

 

 

En Santa Fe, otra colonia de la delegación Álvaro Obregón por cierto, su carpeta asfáltica está destruída, sus bardas llenas de graffities, pero sobre todo el ambulantaje es una plaga que prolifera gracias a que la gente no tiene cómo trasladarse a pie de un punto a otro.

 

Sería muy interesante saber de voz de María Antonieta Hidalgo, nueva delegada de la Álvaro Obregón, qué proyectos tiene para evolucionar la peatonalización en Santa Fe para poner al peatón en la cima de la pirámide abajo como lo ordena la ley de movilidad del DF. Conocer qué planes tiene para recuperar San Ángel del abandono heredado por Leonel Luna.

 

Los delegados han probado que no son transparentes y que no tienen imaginación. Con el PRD el paisaje urbano en la Ciudad de México se ha tornado más gris, más polvoso, más grafiteado que nunca. En tanto, las grandes Ciudades del mundo son lideradas por alcaldes imaginativos, progresistas.