Hace cinco años escuché a un ministro de la corte decir: “Justicia para las víctimas de los delitos, para una sociedad agravada y humillada que prevalece en México”.

 

Y agregó: “Lo civilizado y lo correcto es construir un estado ético, limpio y justo, que no viole los derechos humanos de nadie. Hay que predicar con el ejemplo de honestidad, de equilibrio y sobre todo de sumisión a la Constitución, a la única, a la que los jueces nos debemos”.

 

Hoy, la interpretación de la ley es la rendija por donde escapa una y otra vez la impunidad.

 

La corrupción pone en evidencia los excesos de las administraciones.

 

México es el país donde todo pasa y no pasa nada.

 

Por ejemplo, entró en vigor el Sistema Nacional Anticorrupción, sin fiscal ni magistrados.

 

A la PGR le fallaron las cuentas en el proceso contra el ex gobernador Duarte, de Veracruz. Sólo logran acreditar 38.5 millones de pesos de los 439 millones que se le imputa haber desviado el erario. Pero todo mundo sabe que fueron miles de millones de pesos lo que se robó Duarte. Millones y millones de pesos que dejaron a Veracruz con una pobreza sin antecedentes.

 

Un ejemplo más: INE acredita rebase de gastos en tope de campaña en Coahuila del PRI y el PAN, el Consejo General les hace rebaja y deja la decisión al Tribunal Electoral. Por ley, la anulación de la elección de gobernador de Coahuila debería ser inminente, sin embargo, el INE asume errores al fiscalizar gastos. A los consejeros se les olvida que se deben a la sociedad y no a intereses partidistas.

 

La historia de fraudes e impunidad se sigue escribiendo, los corruptos siguen firmes y millones de mexicanos padecen.

 

Todos los candidatos a la Presidencia de la República “sueñan con un México diferente”; yo también, y no se da.

 

En México cada día suman los que menos tienen y que no se olvide a las fuerzas políticas que en 2018, los votos de los pobres también cuentan.

 

Milonga: rumbo a la Asamblea Nacional, la disidencia del PRI impulsa igualdad de condiciones para elegir al candidato presidencial de 2018. ¿Militante o aspirante externo? Así las cosas, para el militante hay que tener fe. Del aspirante externo, todos saben quién tiene el mejor perfil.

 

caem