Mientras que para selecciones como Alemania, campeón del mundo; Chile, monarca de América, o Rusia, país anfitrión; la Copa Confederaciones es una oportunidad para proclamar su crecimiento futbolístico en el orbe, para selecciones como México, por encima de lo deportivo, está el no faltar a un torneo, que junto con la Copa del Mundo de 2018, representará para la Federación Mexicana de Futbol un paquete de poco más de 400 millones de dólares en ganancias, siempre y cuando se logre el boleto, según datos de la revista Forbes.

 

Miguel Herrera, aún como técnico nacional, llegó a aceptarlo antes de llevar al Tri a Brasil 2014. “El resultado hace que el negocio funcione; si la Selección llega y hace buenos mundiales, la camiseta vale tres veces más; si te eliminan, a lo mejor vale el 30% menos”.

 

Hoy, con otro técnico (Ricardo Ferretti), el Tri intentará recomponer el primer periplo en el proceso rumbo a Rusia 2018: vencer a Estados Unidos y ganar el boleto a la Copa Confederaciones, que nada más para las televisoras, dueñas de los derechos de transmisión de los partidos del Tri (Televisa y Tv Azteca) representará más de 100 millones de espectadores en los duelos del equipo verde y los ingresos comerciales que con ellos vengan.

 

Eso sin contar lo que representa para los países locales tener a México entre sus invitados, porque el Tri, si bien no es un contendiente al título, sí lo es a la hora de los ingresos turísticos. Para muestra, recordar Brasil 2014, donde se estima asistieron 600 mil visitantes de todas las latitudes y 50 mil de ellos fueron mexicanos.

 

Detalles que obligan al Tri a no perder mañana ante Estados Unidos, no por los que pregona el orgullo futbolístico, sino por varias millones de verdes razones que cada proceso enriquecen las arcas de la Femexfut, sin que en lo deportivo pase algo diferente con la Selección Mexicana, sin importan quién la dirija.