Su mensaje fue para un país de “dos velocidades”, el del crecimiento y el de la pobreza; en el que “pocos tienen todo” y en el que muchos adolecen de lo básico. Así comenzaba, el presidente Enrique Peña Nieto, la bifurcación estratégica de su discurso en uno de los bancos de poder semiótico más ricos del país, Palacio Nacional.

 

Mensaje ejecutivo; corto y conciso. Hecho para ser leído a través de tuits en el iPad bajo plataformas mentales tipo powerpoint.

 

El basamento que eligió el presidente Peña Nieto para emprender el viaje discursivo fue la esencia de aquello de lo firmo y te lo cumplo. Trece decisiones inmediáticas y cinco ejes de gobierno. El boceto de su Gobierno en 45 minutos. De cortesía, su agradecimiento a Felipe Calderón por su tersa transición, y a Josefina Vázquez Mota por su presencia en el evento, a pesar de su doloroso tercer lugar. El silencio se lo llevó la palabra narcotráfico.

 

Así, desde ya, el presidente reveló los rasgos vicepresidenciales de la secretaría de Desarrollo Social y de la nada sorpresiva omnipresencia de la secretaria de Hacienda. Cuando su discurso viajó hacia las antípodas progresistas del siglo XXI, el presidente se apoyó en las relaciones internacionales y en la tecnología. Rosario Robles, Luis Videgaray y José Antonio Meade aplaudían. Llegaron a Palacio Nacional como secretarios y salieron de él como súper secretarios. En política, las coincidencias se derivan de tratados analíticos. Desde que Miguel Ángel Osorio Chong revelara el nombre de los secretarios el pasado viernes, el de Relaciones Exteriores apareció en primerísimo lugar. No tiene caso buscar el orden alfabético de sus apellidos ni de sus plazas. Por la noche, la réplica tuvo la voz del propio Peña Nieto. Mencionó en primer lugar el nombre de la secretaría de Relaciones Exteriores. Y para eliminar cualquier tipo de ambigüedad, la distancia (física) más corta entre el presidente y los secretarios sentados a su derecha, durante su discurso, la obtuvo el sillón de José Antonio Meade.

 

En la era de la imagen, la fuente natural del Estado se origina en sus atmósferas tangibles. Es el Estado, antes que el Gobierno, la fuente del gran poder. Del primero nace, y los gobernantes lo ejercen. Es la magia de la semiótica. Pasan los siglos pero no los símbolos.

 

El presidente Peña Nieto rompió con la penosa tradición de las sedes alternas instauradas por el postpresidente Vicente Fox y, quizá, por las adversas circunstancias que acompañaron a Felipe Calderón desde el primer día de su Gobierno. Si bien es cierto que el Auditorio Nacional reviste a los espectáculos musicales, también es cierto que a los eventos políticos les otorga un componente pacheco. Enrique Peña Nieto acudió a Palacio Nacional para refrendar los votos que obtuvo en las elecciones del primero de julio. Ahí, sobre el terreno que Martín Cortés, hijo de Hernán Cortés, vendió a la corona española en 1562, el presidente Peña Nieto enlistó las 13 decisiones inmediáticas: 1: Plan para prevenir los delitos. 2: Aprobar la ley federal que el Congreso propuso sobre las víctimas de la violencia. 3: Unificar el código penal. 4: Cruzada contra el hambre. 5: Seguro de vida para jefas de familia. 6: Convertir el programa 70 y más en 65 y más. 7: Reforma educativa incluyendo vacuna contra Elba Esther Gordillo. 8: Impulso a infraestructura. 9: Renacimiento de trenes de pasajeros. 10: Nuevas cadenas de televisión y empresas de telefonía.11: Orden al endeudamiento de los estados. 12: Bajar a 0 el déficit fiscal. 13: Austeridad en gasto público.

 

En efecto, pasan los siglos pero no los símbolos. El lugar en donde se encontraba el presidente Peña Nieto, fue testigo de muchos levantamientos armados entre grupos políticos que concebían diferentes formas de organizar al país. Así lo demuestran varias litografías del siglo XIX que presentan a militares sobre el patio central. Como dato alegre y ecléctico, Artemio De Valle Arizpe escribió que en las habitaciones de los virreyes en el Palacio: “…se verificaban las grandes fiestas, besamanos, saraos, refrescos, congratulaciones, y las tertulias privadas que la marquesa de las Amarillas llamó alcobas, que tenían una agradable intimidad. La corte mexicana, claro está que no era tan numerosa ni espléndida como la de la Metrópolis, pero sí era muy estricta, ceremoniosa y dada a lujosa ostentación” (El Palacio Nacional de México. Monografía histórica y anecdótica). Siglos después, en el primer día de diciembre de 2012, los nombres de las marcas prestigiosas que promociona Forbes se encontraron en el patio central. No hubo besamanos. Tampoco militares con armas desfundadas.

 

Es el primer día de los 2,191 que gobernará el presidente Enrique Peña Nieto. Los cinco ejes que lo sostendrán, según el propio presidente son: paz, cerrar la brecha de la desigualdad, educación, crecimiento económico y diplomacia moderna. En síntesis, y a manera de tuit, su objetivo será ensanchar a la clase media y tuitera. Que así sea.