La caja china es un recurso o método literario, acuñado por Vargas Llosa, que básicamente consiste en que un personaje narra lo que le sucede a otro, que, a su vez, relata lo que le sucede a otro y en el que se mezclan diferentes tiempos y momentos. Su denominación refiere a la similitud con las cajas chinas, en las que una caja grande contiene una más pequeña y ésta, a su vez, otra más pequeña y así sucesivamente.

 

Este “método” o recurso se trasladó a la política con una intención de manipulación social, que cobró vigencia en años recientes por la película La dictadura perfecta, en la que se describe la manipulación de la información para desviar la atención hacia temas escandalosos y sensacionalistas, que no necesariamente son ciertos.  

 

Lo anterior viene a cuento por la reciente declaración de El Peje (Andrés Manuel López Obrador), el fin de semana pasado, en la que dijo estar “analizando” otorgar amnistía a los narcotraficantes, como vía para solucionar el grave problema de violencia y narcotráfico en el país. “Vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al Gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo de drogas”, dijo.

 

Como acotación al margen, cabe recordar que en la elección presidencial pasada sobre el mismo tema, El Peje, también como candidato, ofreció dar continuidad a la lucha contra el crimen organizado emprendida por Felipe Calderón, y aseguró que la solución a la inseguridad del país no es pactar con los líderes de los cárteles de la droga: “Ése es un punto que no comparto. Tiene que haber una línea divisoria de autoridad y delincuencia”, señaló en ese entonces. Esto demuestra que sus locuras y la falta de seriedad son evidentes, podríamos incluso parafrasearle a La Chimoltrufia, “cuando digo una cosa, digo otra”.

 

La “técnica” de la caja china, regresando a nuestra disertación, indica que los temas que se lancen deben tener una alta carga mediática que logre la atención y réplica de los diversos medios de comunicación. Además de ser controversiales, generar polémica, división de opiniones, con su fuerte carga moral que produzca debate, aderezado con una pizca emocional.  

 

Como toda buena receta, se debe garantizar que con el tiempo se disipe, pierda credibilidad y deje el camino listo para el siguiente tema. La siguiente caja más pequeña, que contendrá otra más pequeña y así sucesivamente…

 

Yo le preguntaría a El Peje si ha pensado en las miles de víctimas directas o indirectas que han ocasionado que familias tengan que abandonar sus entidades ante las muestras de violencia y terror que han sembrado estos grupos delictivos.

 

Tan sólo en México, la violencia no sólo ha aumentado durante el último sexenio, 2017 es el peor año en cuanto a registros recientes del país, con 13 mil 513 que corresponden a ejecuciones del crimen organizado.

 

El problema aumentó 53%, respecto del año pasado. Los números rojos siguen al alza en 27 estados, entre los que destacan Nayarit (346%), Baja California Sur (153%), Aguascalientes (121%), Quintana Roo (101%) y Baja California (72%) como las entidades con mayor número de homicidios, a causa del control de territorios para el cultivo, tránsito de droga y narcomenudeo. Valdría la pena saber si estas familias estarían dispuestas a perdonar a sus asesinos. Es pregunta.

 

En artículos y en diferentes foros he insistido en la añoranza que El Peje tiene por los tiempos pasados, aquéllos precisamente que el escritor peruano Vargas Llosa definió como la dictadura perfecta, y en la que recurría de manera constante a dicho método.

 

Su “propuesta” de perdonar a los narcotraficantes, si llega a la Presidencia, se inscribe en ese contexto. Viejas prácticas de manipulación muy propias del siglo pasado, muy gastadas para estos nuevos tiempos y que evidentemente se han vuelto una constante en su estrategia política.

 

Pero también queda en evidencia que, como el gobernante de nuestro vecino país del Norte, ningún exceso verbal se escatima en su desmesurada ansia de poder. Aunque para ello tenga que obviar a las miles de víctimas del narco.