Odio las apps. Creo que nos han hecho (entiéndase al pequeño burgués) un mundo tan accesible que hemos dejado de sorprendernos por pequeñas y simples cosas como conocer una calle o reconocer una canción.

 

Se ha perdido el encanto de buscar por uno mismo, perderse. Pero no todo es una porquería. Hay algunas aplicaciones que aprovechan estos nichos tecnológicos para hablar por su tiempo y expresar emociones a través de nuevas plataformas. Eso es lo que hace atractivo a un dispositivo tecnológico.

 

 

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