Agustín Carstens lanzó ayer una advertencia en Portugal que no debe pasar desapercibida por el gobierno mexicano: Que existen señales de riesgo en los mercados de bonos de países emergentes que -ante la inminente corrección en las políticas monetarias de los bancos centrales- podrían derivar en episodios de alta volatilidad financiera en el mundo.

 

Por ello, dijo el gobernador en una reunión del Banco Central Europeo en el viejo continente, es que “el crecimiento de mercados emergentes no puede depender en el futuro cercano previsible de la suposición de que las economías avanzadas crecerán mucho más rápido”.

 

En otras palabras, para el gobernador del Banco de México existen riesgos reales que amenazan el crecimiento de economías, como la mexicana, con elevada dependencia de las desarrolladas por la posibilidad de nuevos episodios previsibles de volatilidad financiera global.

 

La advertencia de Carstens (para México) es atendible por cinco razones:

 

PRIMERO.- Porque la economía mexicana es uno de los casos más agudos de dependencia del ciclo económico estadunidense y es notoria su incapacidad actual para crecer a partir de su mercado interno. Si bien se espera un mejor desempeño del consumo y de la inversión en el resto del año, ello llevará tiempo y hoy por hoy ambos no son motores suficientes para impulsar el crecimiento; por lo que la recuperación esperada de la economía descansa principalmente en el “jalón” desde el crecimiento de la producción industrial estadunidense, vía el sector exportador.

 

SEGUNDO.- Como se ve, esta dependencia de la vitalidad económica estadunidense será fundamental para el desempeño mexicano en lo que resta de 2014 y a lo largo de 2015, dado que no se esperan efectos significativos de corto plazo sobre el crecimiento económico derivados de la implementación legal de las reformas.

 

TERCERO.- El Banco de México prevé que a partir del próximo año -quizá en el segundo trimestre de 2015- la Reserva Federal inicie el alza en las tasas de interés, producto del proceso de normalización de su política monetaria. Ello, además de los impactos en las políticas de otros bancos centrales del globo, también podría implicar un periodo de volatilidad financiera, particularmente en los países emergentes, con efectos negativos sobre las previsiones en el crecimiento de las economías.

 

CUARTO.- Lo anterior implicaría que se acorta “la ventana de oportunidad” para implementar las reformas sin los riesgos y sobresaltos de una elevada volatilidad financiera global potencial, que podría descarrilar temporalmente la recuperación económica. De allí que la advertencia de Carstens, para el caso mexicano, también envía el mensaje de urgencia para acelerar la aprobación de las leyes secundarias y su implementación en un periodo relativamente corto, no mas allá de los próximos seis meses.

 

QUINTO.- El ajuste monetario de la FED y la potencial volatilidad financiera asociada a ella -con los riesgos implícitos para los mercados emergentes y para el crecimiento mexicano- podría llegar hacia el primer semestre de 2015, en momento en que las campañas electorales entren en su fase decisiva. Y es que un nuevo tropiezo en el crecimiento económico podría descalabrar a los candidatos del PRI en las elecciones intermedias, con un elevado costo político al interior del partido gobernante, obligando al Presidente a realizar ajustes en su equipo, no previstos.

 

Así, con todos estos efectos, adquiere sentido la advertencia del gobernador del Banco de México que ve en el escenario global, riesgos que -de concretarse- podrían ser decisivos para los resultados económicos de corto plazo y, por ende, para las intenciones políticas inmediatas de Los Pinos.