Lo sucedido con David Korenfeld no es otra cosa más que el fiel reflejo de nuestra cultura política, mejor dicho, subcultura política. Si lo comparamos con otras terribles fechorías de otros que ocupan cargos públicos, seguramente lo de Korenfeld resulta un jueguito de video, un simple Pacman.

 

No es nada grave, pero si analizamos la simpleza del acto nos daremos cuenta que es el clásico caso de un servidor público “pasado de lanza”, como se dice en el argot de las pulquerías.

 

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Es, si podemos compararlo, como cuando en la secundaria hacen la disección de la rana, que es sencilla comparada con una neurocirugía, pero que a los alumnos que comienzan sus ejercicios propedéuticos en calidad de pubertos les es muy ejemplificante, aquí se dan cuenta si querrán ser veterinarios o biólogos marinos o médicos generales, proctólogos, ginecólogos, gastroenterólogos, otorrinos, oftalmólogos, en fin tal vez se les ocurra ser hasta hueseros, parteros , sobadores y quizás y, por qué no, directores del ISSSTE.

 

En fin que ese ejemplo tan sencillo demuestra mucho y lo de Korenfeld es algo similar, es algo tan simple como el entender que un helicóptero de la dependencia gubernamental NO está al servicio de los caprichos vacacionales de un servidor público, es tan sencillo como entender que el costo del mantenimiento, servicio, adquisición del aparato, adiestramiento del piloto, su sueldo, aguinaldo, seguro, combustible, refacciones, etc. le cuestan al erario público y esto no es otra cosa que nuestro dinero, el dinero de todos los mexicanos y que va directamente al servicio del burócrata en cuestión para que éste lo use a su antojo, sin importarle si hay agua en Iztapalapa, en el Bajío o si está inundado el país entero, eso es lo de menos cuando hay una reservación familiar en la nieve.

 

Ya desde el Arca de Noé había problemas con el agua, los sigue y los seguirá habiendo. Revisando el palmarés de David Korenfeld me atrevo a pensar que es un especialista en el tema, que es un tipo destacado en asuntos hidráulicos y que es un buen hombre, tan bueno que prefiere que sus hijos lleguen cómodos a un aeropuerto en un helicóptero a que lo hagan en un taxi mugroso lleno de aceite y con un desarmador en la ventanilla, con zapato en retrovisor, aroma a “vainillino cotorro”, con calcomanía de NO azote la puerta, con la bola de billar en la palanca y cola de zorro en la antena, ¡nada de eso!, es un padre comprensivo que quiere lo mejor para los suyos.

 

Y no creo que aparte de todo se haya llevado hojas carta para la copiadora de su casa o una engrapadora de la oficina, pero lo sencillo del hecho nos invita a pensar que se “pasó de lanza”, a tal grado que lo reconoció y atendió el tema en la SFP.

 

Lo increíble de todo es que más se tardaban en sacudir el tema las redes sociales que la Presidencia de la República en asegurar que no renunciaría. Lo incomprensible es que Presidencia no lo haya fulminado cuando detonó todo, como un rayo, con una lanza mediática que demostrara que eso no se hace, aunque por otros lados se hagan cosas peores pero eso no. De ninguna manera. Podrás comprar casas, adquirir contratos de infraestructura, tener cuentas a otro nombre en Suiza, ligarte con criminales pero eso, usar un helicóptero para ahorrarte lo del taxi, eso no, ¡faltaba más!

 

Ya veremos lo que sucede pero por lo pronto otra reacción tardía de Presidencia, otro mal mensaje a la sociedad, otro triste episodio de solapar la impunidad que quedará grabado en el árbol de la ignominia, que para los efectos de nuestra historia tiene que ser del ancho y alto de una secuoya o como el famoso y entrañable árbol del tule.