Lo que muchos llaman la pelea del siglo entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao puede en realidad ser eso, una pelea entre un par de cincuentones que llegan al siglo… es un decir, si bien no llegan a esas edades todavía, lo que sí queda muy claro es que ese evento era muy atractivo hace cinco o seis años, hoy lo que demuestra es que la promoción levanta todo. Ni uno ni el otro están en su época dorada.

 

El filipino sigue noqueado de aquel fulminante golpe que le reventó Juan Manuel Márquez y que lo dejó como muerto, posteriormente otra derrota y luego un par de victorias para ubicarlo en lo que hoy lo quieren convertir y ya no es. El moreno norteamericano ha corrido más en sus últimas peleas que lo que ha boxeado; al terminar, todos los asistentes juran nunca volver a presenciar una pelea en Nevada y salen gritando “tongo”, “robo” etc. Los jueces de Las Vegas ya son como compadres de Floyd y ni noqueándolo le empatas. En fin que ya veremos el 2 de mayo cómo el tongo se lleva a cabo, ellos salen forrados de dinero y todos acabarán gritando lo mismo de siempre. No vuelvo a Las Vegas.

 

Mayweather Pacquiao B_Sald

 

El escándalo de la semana fue la separación de Carmen Aristegui de la cadena MVS radio, una muerte anunciada, un despido que se veía venir. Al parecer el equipo de la comunicadora se tomó atribuciones de marca que no le correspondían y al despedirle a un par de colaboradores y ella advertir que si no los reinstalaban se iría, pues ocurrió esto último, se fue y no solamente se fue sino que levanta una gran cantidad de opiniones al respecto. Por un lado, que si es un ataque a la libertad de expresión; por otro, que ella se sobrepasó en atribuciones y cayó en el libertinaje. En fin, que nunca se pondrán de acuerdo las versiones.

 

Lo que sí queda claro es que los concesionarios de las telecomunicaciones siempre tendrán la sartén por el mango y al mismo tiempo todas las responsabilidades ante gobierno, ante proveedores, ante clientes, ante mantenimiento e infraestructura. Los comunicadores tenemos la responsabilidad de respetar lineamientos y políticas de las empresas que nos emplean y tratar de ser libres en la expresión, un círculo extraño en donde ninguno sale ganando si se rompe la cuerda, y como en juegos de box entre niños, al final todos terminan llorando.

 

Algo extraño sucede con los gobiernos estatales y Distrito Federal y sus reglamentos de tránsito. Por una parte son muy severos con los automóviles de lujo cuando no utilizan el cinturón de seguridad y levantan multas a quienes no lo llevan puesto, por otra parte se desentienden de que estos cinturones siquiera existan en el transporte público, ya no digamos que se los pongan.

 

Es increíble el doble discurso. Esta semana vimos casos de microbuses que al chocar avientan a los pasajeros como si fueran guacales, resultando heridos con el impacto varios usuarios, aunque eso no importa, pareciera que fuesen ciudadanos de segunda. Pero no se le ocurra a una señora con camioneta no traer el cinturón porque ahí sí corre el policía jadeante para advertirle a la doña que su vida corre peligro, por lo que le corresponde regaño y multa. La pregunta aquí es: En dónde queda el discurso de que son gobiernos de izquierda que velan por los más necesitados, en dónde queda el discurso electoral en el que aseguran que darán la vida por el pueblo que menos tiene, si con algo tan obvio como un simple cinturón de seguridad te das cuenta que, en verdad, se les “chorrean los frenos”.

 

Gracias y que Dios… reparta suerte