Recuerdo aquella película que se llamaba The Dead Zone, actuaban en ella Christopher Walken y Martin Sheen, entre otros, una película de 1983 basada en la novela del mismo nombre escrita por Stephen King; en ella un hombre después de un accidente y de despertar del coma adquiere el poder mental de visualizar el futuro y entre la trama logra captar a un candidato a la presidencia de Estados Unidos que, ante un ataque, se cubre con un bebé de esa agresión y es captado por toda la prensa, lo que hace que se derrumbe por completo su carrera política.

 

velasco

 

No sé por qué pero vino a mi mente ese episodio cuando vi al gobernador del estado de Chiapas propinándole una “cachetada guajolotera” a un colaborador enfrente de mucha gente; el momento exacto en el que al joven político se le ocurre agredir al ayudante, como lo hacía el Botija con el Chómpiras en los episodios de Los caquitos del recordado Chespirito. Lo mejor fue cuando quiso disculparse en público afirmando que había sido un “incidente accidental”, algo así como “sin querer queriendo”. Dicen que el prestigio y la confianza se ganan durante años y se pierden en un segundo, aunque en este caso no estoy seguro de lo primero.

 

Decían en mi colonia “que no había vecino que aguantara la prosperidad” y lo menciono porque al parecer en cualquier ámbito de la vida y de la sociedad al serle otorgados beneficios, responsabilidades o poder a alguien que no está preparado, el mencionado personaje no tarda en adornarse, abusar, gastar, violentar o maltratar, y el ejemplo claro es lo que ocurre cíclicamente en la Basílica de Guadalupe a quienes han sido nombrados custodios del sagrado recinto. Recordemos a Monseñor Sculenburg, quien en 1995, después de ser el custodio de la imagen de la Virgen, se aventó la ocurrencia de declarar a la revista Ixtus que el indio Juan Diego no era una realidad sino un símbolo, lo que mas tarde quedaría desmentido por la investigación en pro de su beatificación a cargo del padre Chávez, que con base en códices históricos demostrara lo contrario.

 

Pues lo mismo parece ocurrirle al hoy rector del templo del Tepeyac, quien valiéndose de su posición la ejerce contra todo y contra todos, como si fuera edil de pueblito, al grado de llegar a imponerse para prohibir consagraciones, privadas y de carácter nacional, impedir eventos en los auditorios aledaños y hasta pretextar epidemias para obligar a los fieles a recibir la comunión en la mano y no en la boca; en fin, ¡qué razón tenían en mi colonia!.

 

Escándalo en Argentina: El fiscal Alberto Nisman, que denunció a la presidenta Cristina Fernández por presunto encubrimiento de Irán en un atentado contra una mutual judía, fue hallado muerto en su vivienda de Buenos Aires en circunstancias aún por aclarar; esa es la nota, lo curioso es que al parecer el hoy occiso fue hallado tirado en su apartamento en Puerto Madero y junto a él una pistola calibre .22 y un casquillo de bala; un suicidio, dicen las autoridades de gobierno, el problema es que el examen de rodizonato de sodio para certificar si disparó un arma resultó negativo pero dicen los peritos argentinos que esto ocurre cuando el calibre en cuestión es tan pequeño como en este caso.

 

Todo muy turbio, un escándalo y crisis política, lo que no se sabe es, si al igual que el caso Ayotzinapa, de México, en donde ante la duda se recurrió a peritos argentinos, ahora de Argentina pedirán peritos mexicanos porque allá tampoco les creen nada a los locales.

 

Hagamos, estimado y distinguido caballero lector, un ejercicio de imaginación y por un momento pensemos que usted durante algún tiempo de pretender a una novia, meterle dinero al proceso en cenas, comidas, detalles, vestir sus mejores galas, contar sus mejores chistes y aparentar que usted es todo un partidazo, logra enamorar a la chica y ya que son novios, le dice que muchas gracias, que en realidad la que le gustaba era su hermana; ¿sería un escándalo, verdad? Muy probablemente el papá de las ofendidas lo perseguiría con una espada por los tejados o lo retaría a duelo en Chapultepec.

 

Pues así de ridículo se aprecian los delegados que después de gastar millones en campañas, desgastarse y desgastar a los votantes, fueron elegidos por su demarcación y faltando muchos meses por concluir el compromiso piden licencia para pretender una diputación en la Asamblea, un cargo menor, sin duda, que el de delegado, pero en donde adquieren un impúdico fuero que los protegerá de algo que solamente ellos saben, algo que seguramente no habrá sido un superávit en su labor en la delegación. Una vergüenza, sin duda, los llamados chapulines que colorados deberían estar del papelón que están haciendo.

 

Gracias y que Dios reparta suerte.