Un marco de gala y esplendor no antes visto por los aficionados de la México dieron marco a la Corrida Guadalupana, acontecimiento preparado para ayudar a los damnificados de los pasados sismos.

 

Una pintura de flores en color dorado y grana adornaron los burladeros de la Monumental, obra de Javier Marín, claveles rojos naturales, preciosas escaramuzas y el Ave María  a cargo de Fernando de la Mora, por si faltara poco.

 

Tardes así para el recuerdo.

 

Abrió el cartel Pablo Hermoso, quien tuvo una discreta actuación, no estuvo certero con el rejón de muerte, impacientando al respetable.

 

Joselito Adame salió a defender su autoproclamado sitio de primera figura del toreo azteca, recibió al toro en chiqueros, variado con el capote, pases templados con la muleta a un burel que tuvo calidad pero que fue perdiendo fuerza, con la oreja en la bolsa tiró la muleta se fue a matar con su cuerpo y dejó entera trasera que fue suficiente para recibir dos orejas, la segunda protestada.

 

José Tomás realizó una faena de antología desde que recibió al astifino de Jaral de Peñas por verónicas, después quitó por estatuarias gaoneras.

 

El toro quedó con poca fuerza para el final, pases templados y muy ajustados por ambas manos pusieron a vibrar el tendido, al tirarse a matar el toro le hizo un extraño dejo pinchazo y después una media que fue premiada con una oreja con aclamación.

 

El Payo no tuvo su día, le fue protestado por chico su toro de Fernando de la Mora, el reserva de Jaral se dejó pero el torero no supo, no quiso se fue en silencio.

 


El Juli solo tuvo la oportunidad de mostrarse con el capote con el lunar de la tarde del hierro de Montecristo, por ganas no quedó, pero no había material para agradar al respetable.

 


Sergio Flores la bordó, cuajó una gran faena que conectó con el público con alegría y determinación de ser figura; dejó una faena que caló a la gente, premiada con dos orejas y con petición de rabo a un gran toro de Villar del Águila que mereció el arrastre lento.

 

Señores ya tenemos quién quiere ser el mandón. Un Manzanares algo frío se abrió de capa con espléndidas verónicas y luego con la muleta se dedicó a pegar unos naturales de pintura con un cambio de mano para el recuerdo, estocada entera marca de la casa que por sí sola merecía la oreja que fue concedida.

 

Cerró la noche Luis David Adame quien entendió que era su momento y lo intentó variado en los tres tercios, pero el de Villa Carmela terminó parado.  

 

Se fue en silencio. Al final las más de 40 mil personas se fueron felices y hablando de una gran tarde de toros.

 

dca