ROMA. En una jornada muy importante, nerviosa y confusa, el primer ministro Matteo Renzi, de 41 años, formalizó la renuncia que había presentado en realidad el lunes al Presidente de la República, Sergio Mattarella, y que había quedado congelada hasta que el Senado aprobara la ley del Presupuesto aprobada ayer.

 

El político florentino de 41 años deja así el cargo tras su fracaso el domingo pasado en el referéndum sobre la reforma constitucional, que había considerado esencial para el país. De esta manera, desde hoy Mattarella comenzará la ronda de consultas.

 

La ronda concluirá el sábado y durante estos dos días y medio el jefe del Estado recibirá a un amplio abanico de representantes parlamentarios, entre los que hay exponentes del Partido Demócrata (centroizquierda), del Nuevo Centroderecha, de la conservadora “Forza Italia”, del Movimiento Cinco Estrellas y de la ultraderechista Liga Norte.

 

Entre los nombres que suenan para sustituir a Renzi se encuentran el de su ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, o el del mismo presidente del Senado, Pietro Grasso.

 

Sea como fuere, quien se ponga al frente del nuevo Gobierno deberá, entre otras cosas, impulsar la puesta en marcha de una reforma de la ley electoral para poder convocar unos comicios generales.

 

En Italia actualmente rigen dos leyes electorales, una para la Cámara de los Diputados y otra para el Senado, y la que afecta a la Cámara Alta ha sido declarada en parte constitucional por lo que muchos consideran necesario impulsar una que homogeneice el sistema. El jefe del Estado deberá ahora resolver la situación actual, mientras que desde la oposición partidos como la xenófoba Liga Norte o el populista de izquierdas Movimiento Cinco Estrellas piden que se celebren elecciones lo antes posible.

 

Su intención, dicen, es poner fin a la tendencia de los últimos cinco años, en los que Italia ha tenido tres Gobiernos consecutivos sin ser elegidos en las urnas: el de Mario Monti (2011-2013), el de Enrico Letta (2013-2014) y el de Renzi (2014-2016).

 

Desde que el domingo pasado los electores italianos rechazaran la reforma constitucional que precipitó la dimisión de Renzi, el país atraviesa una situación de inestabilidad política es observada por los socios de la Unión Europea (UE) y que no parece haber sembrado el pánico entre los inversores, aunque la Bolsa de Milán sí ha vivido jornadas de volatilidad por la incertidumbre política y económica en el país.