Andrés Manuel López Obrador impugnará la elección presidencial, tras la victoria del priista Enrique Peña Nieto.

 

“La elección, a todas luces, no fue ni equitativa ni limpia. El candidato del PRI usó dinero a raudales, miles de millones de pesos, de procedencia ilícita y rebasó, por mucho, lo permitido por la ley, al mismo tiempo que fue patrocinado en exclusiva por la mayoría de los medios de comunicación”, dijo ayer el tabasqueño en conferencia de prensa, celebrada en el DF.

 

El tabasqueño mide cada una de sus palabras para no sonar beligerante, como hace seis años, cuando decidió tomar Paseo de la Reforma para protestar por una elección llena de dudas, una medida que sigue atemorizando a sus opositores. Al ser cuestionado sobre la posibilidad de un nuevo plantón, se limita a decir que actuará con “mucha responsabilidad y en el marco de la legalidad”.

 

“Hay un procedimiento legal que vamos a agotar. Para eso son las autoridades. Tienen que dar la cara, dar una explicación a los ciudadanos”, apuntó.

 

“Si se limpia la elección no tengo duda, y limpiar la elección significa quitar todos los votos que fueron comprados. Así ganamos con bastante margen. No podemos aceptar un resultado fraudulento”, dijo.

 

Las palabras del tabasqueño despiertan los aplausos de sus simpatizantes. Algunos acusan irregularidades en el conteo del PREP durante la madrugada. Otros arremeten contra los medios de comunicación que “se niegan a investigar el robo de votos”.

 

Los dirigentes de las izquierdas, en cambio, lucen desanimados. Algunos se niegan a dar declaraciones. Otros sonríen tibiamente. Aun cuando los dirigentes de PRD, PT y Movimiento Ciudadano muestran  su apoyo a López Obrador, existe un aire de resignación. El antecedente es claro. Si hace seis años fue imposible revertir una desventaja de 0.56%, saben que remontar una diferencia de siete puntos porcentuales sería una verdadera hazaña.

 

López Obrador insiste en que esperará los resultados definitivos y anuncia que su equipo recopila testimonios y pruebas para las impugnaciones.

 

“Ser la segunda fuerza nos sitúa en un terreno de mucha responsabilidad”, afirma Jesús Zambrano Grijalva, presidente nacional del PRD, quien asegura que los adversarios de la izquierda intentan “satanizar” la impugnación, a pesar de que este recurso es legal.

 

Zambrano pide no adelantar vísperas cuando se le pregunta si apoyarán a López Obrador en caso de que emprenda acciones de resistencia civil.

 

“Al mes de iniciadas las campañas presentamos las pruebas de rebase de topes de campaña en un escrito ante el IFE al que no se le ha dado todavía atención. Presentamos también la denuncia ante la PGR por el asunto de los 56 millones de dólares de FTN y el caso de Monex. La FEPADE no quiso intervenir las cuentas. También presentamos la denuncia con las tarjetas de Soriana. Todo eso lo hemos denunciado en el marco estricto del respeto a la legalidad”, acusa Zambrano.

 

En las izquierdas existen reservas de que esto pueda afectar el crecimiento a largo plazo de sus proyectos tras los triunfos en el Congreso, DF, Morelos y Tabasco. “No todo está perdido”, aseguran, más allá de lo que resuelva el Tribunal Electoral Federal.

 

“Tuvimos victorias muy importantes, las gubernaturas, por ejemplo, además de que el PRI no tiene mayoría en las Cámaras, la segunda fuerza son las izquierdas. López Obrador fue un enorme éxito, duplicó su votación de como arrancó en esta elección. Hay que ser objetivos, es un avance enorme de la izquierda, con un gran candidato”, manifestó Manuel Camacho Solís, coordinador nacional del Diálogo por la Reconstrucción de México.