¿Qué tanto pesó el movimiento magisterial en contra de la reforma educativa en algunas de las elecciones del 5 de junio pasado?

 

¿Fue relevante la alianza que hizo el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)?

 

De ello platicamos con Luis Castro Obregón, presidente del Partido Nueva Alianza (instituto fundado por la maestra Elba Esther Gordillo al separarse del PRI, con la idea de que los maestros –afiliados al SNTE– participaran e influyeran de manera importante en el espectro político).

 

En Aguascalientes, indica el jefe turquesa, “el magisterio fue importante para ser competitivos”. Según sus cifras, su voto significó aproximadamente entre 10 y 12 puntos (tomando en cuenta lo que quita y da).

 

Por lo que toca a Oaxaca, Castro no tiene claro en qué medida impactó la alianza que suscribieron AMLO y la CNTE, pero propone un ejercicio: ver con cuánto arrancó el candidato de Morena su campaña y cómo terminó.

 

Hicimos el ejercicio: a principios de febrero, Salomón Jara apenas tenía 7.3% de las preferencias (Mitofsky); hacia finales de abril, aparecía con 10% (BGC-Excélsior); el resultado del PREP para el 6 de junio ubicaba al de Morena con 22.8%.

 

A partir de ahí podría inferirse que la alianza de AMLO con la CNTE pudo haberle dado alrededor de 12 puntos a Morena.

 

Nada mal, si tomamos en cuenta que Jara era muy mal candidato; y aun así quedó a dos puntos del segundo lugar, la alianza PAN-PRD.

 

Más allá de estos cálculos, Luis Castro sí que tiene claro que Morena le quitó votos a Nueva Alianza en Oaxaca y en Veracruz (en este último, por la guerra sucia).

 

En el caso de Tlaxcala, presume este hombre con maestría en Análisis de Inteligencia, sin el magisterio –léase, sin el Panal– no gana el PRI.

 

Y en la Ciudad de México, apunta, el magisterio disidente ni pintó (de hecho, asegura, el único lugar donde realmente hubo alianza de López Obrador con la CNTE fue en Oaxaca).

 

Para el Panal, seis y seis.- Si algo distingue a Luis Castro es su capacidad estratégica y de análisis. Se lo reconocen hasta sus propios adversarios.

 

En las elecciones del 5 de junio pasado no le fue nada mal al Partido Nueva Alianza. Su marcador resultó un empate: ganó seis gubernaturas y perdió seis.

 

Todas en alianza. Cinco con el PRI y el PVEM –en Hidalgo, Oaxaca, Sinaloa, Tlaxcala y Zacatecas– y una con el PAN: Puebla.

 

Estos resultados le permitirán obtener, al menos –así lo acordó su dirigente–, “una posición en el gabinete-contra perfil” en cada uno de los estados donde ganaron. “Y si no da el ancho, cambiamos…”.

 

¿La Secretaría de Educación? ¡Para nada!, dice Castro: “Esa secretaría nunca la pedimos para que no nos acusen…; no podemos ser juez y parte. Si se la dan a algún maestro, es por una negociación local, no por planteamiento nuestro”.

 

Gemas: obsequio de la Secretaría de la Función Pública: “Distinguidos invitados a la Promulgación de las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción. Se comunica que el evento programado para el día de mañana, 22 de junio del año en curso, en Palacio Nacional, se cancela hasta nuevo aviso. Gracias por su comprensión”.