CIUDAD DEL VATICANO. El Papa compartió hoy la conmoción que vivió la víspera durante el encuentro con refugiados en el campo Moria de Mitilene, en la isla griega de Lesbos, y contó una anécdota inesperada.

 

Francisco se refirió a su “viaje relámpago” de la víspera ante una multitud congregada en la Plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de su bendición dominical Regina Coeli (Reina del cielo), que pronunció asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico.

 

Quiero contar un caso particular de un hombre joven. No tiene 40 años. Lo encontré ayer con sus dos hijos. Él es musulmán y me contó que estaba casado con una muchacha cristiana. Se amaban y se respetaban mutuamente”, contó visiblemente conmovido y hablando en italiano.

 

“Pero, por desgracia, esta muchacha fue degollada por los terroristas porque no quiso negar su fe. Es una mártir y ese hombre lloraba tanto”, siguió, sin agregar nada más.

Papa_Fco_REUTERS

 

Poco antes había agradecido a todos los fieles que lo acompañaron con sus rezos en su viaje a la isla griega, uno de los epicentros del flujo de migrantes que huyen de Medio Oriente y buscan llegar a Europa.

 

Sostuvo que decidió viajar allí para llevar a los refugiados la solidaridad de la Iglesia y aseguró que lo acompañaron los líderes ortodoxos Bartolomé, patriarca ecuménico de Constantinopla y el arzobispo Hieronymos de Atenas y toda Grecia, “para mostrar la unidad en la caridad de todos los discípulos del señor”.

 

“Visitamos uno de los campos de refugiados. Provenían de Irak, de Afganistán, de Siria, de África, de tantos países. Saludamos unos 300 de estos refugiados, uno a uno, los tres, el patriarca Bartolomé, el arzobispo Hieronymos y yo”, relató.

 

“Tantos de ellos eran niños, algunos de estos niños asistieron a la muerte de los padres y compañeros, algunos de ellos muertos ahogados en mar. He visto tanto dolor”, insistió.