Nunca me cansaré de analizar lo que acontece en las redes sociales, pues en cada momento y espacio del tiempo se desarrollan nuevos fenómenos no solo de comunicación, sino de interacción y definición de dinámicas en una sociedad. Por eso tomo la pregunta que escuché ayer de uno de los comunicadores, analistas y académicos que más admiro, Leonardo Curzio, quien en el marco de una conversación con la senadora Iris Vianey Mendoza, -acusada de tener vínculos con el narcotráfico-, preguntó si existe algo más cruel que las redes sociales. Hay que poner el comentario en contexto, pues el mismo Curzio en otras ocasiones, ha comentado que las redes sociales son una maravilla que han cambiado la forma como él, por ejemplo, en su rol de comunicador puede interactuar con su audiencia.

 

En realidad, tomo esa conversación como pretexto para confesar que mis sentimientos con las dinámicas de las redes sociales son igual de oscilantes. Pertenezco a una generación no nativa en el uso de internet, pero que lo hemos adoptado con cierto nivel de profundidad, y hacemos uso de sus ventajas, y a veces sufrimos sus desventajas. Desde esa trinchera he de decir que me fascino por fenómenos de conexión como los movimientos políticos en México (#Yosoy132), o a nivel mundial (Revolución árabe), al mismo grado por el que me desilusiono cuando escudados en cierto anonimato y la distancia, además de la falta de argumentos, se desdobla el nivel de descalificación y ofensa más bajo que puede haber en el ser humano. Debo, haciendo una autocrítica, quedarme con la parte que más me cautiva, y no perder el ánimo por culpa de quienes esgrimen un aberrante nivel de discurso.

 

Esos agrupamientos sociales con un fin, o los discursos ofensivos, así como la simple dinámica de divertimento en comunidad (uno de los más recientes a nivel global, la celebración de los premios Oscar que gracias al “selfie” de Ellen Lee DeGeneres, provocó un efecto fenomenal en las redes sociales que terminó por colapsar a Twitter), encajan dentro de una de los seis tipos de conversación que recientemente el Centro Pew de Investigación y la Media Research Foundation, categorizaron en Estados Unidos.

 

  1. Política. El estudio muestra que los usuarios, divididos entre liberales y conservadores, tienden a ignorarse entre sí, hacen uso de diferentes etiquetas o hashtags, y vinculan historias a diferentes sitios de información, – que difícilmente se repiten entre sí-, dependiendo el lado del espectro político en que se encuentren.
  2. Marcas. En esta categoría, los usuarios suelen estar desconectados entre sí.
  3. Eventos, lanzamientos o conferencias. Este tipo de conversación suele darse entre gente con un alto grado de especialización en un tema específico, y tienen normalmente, una muy estrecha conexión entre ellos.
  4. Cúmulos comunitarios. Ocurren cuando varios grupos de magnitud similar, están conectados entre sí por un tema en común, aunque cada uno tiene un enfoque diferente sobre el mismo. Un ejemplo podría versar alrededor de alguna ley polémica sobre discriminación, donde habrá grupos de apoyo a la diversidad sexual, otros relacionados a minorías con capacidades diferentes y demás, que si bien tienen un objetivo individual diferente, se unen por una causa.
  5. Redes de difusión. Normalmente son espacios de los medios noticiosos o celebridades con un gran volumen de seguidores, que repiten los mensajes entre ellos. Son redes en cierta medida, de élites con un alto grado de influencia.
  6. Redes de apoyo. Son aquellas que suelen involucrar una empresa grande, servicios al cliente, gobiernos, y en sí, todo aquel que quiere establecer un contacto con la ciudadanía o sus consumidores, y ofrecer soluciones y respuestas a temas específicos.

 

En varios de estas categorías, si no es que en todas, atraviesan de forma transversal el tipo de movimientos fascinantes descritos, y el de la degradación, el insulto y la descalificación. Y sí, las redes sociales pueden llegar a ser lo más cruel. Pero también lo más excitante.